CUDILLERO, LA MEMORIA PERDIDA...
El humano es un espécimen muy pertinaz, muy insistente. Lo digo, a propósito de la porfía en el mito del Cudillero vikingo. Cuenta la “colaboradora” del orgullo transmitido de padres a hijos por generaciones. Eso lo cuenta ella y otros plumíferos que la anteceden, dispuestos a sacarse la crónica del día sin parar en barras. De manera que, es fuerza replicar que NO, que NO HAY ningún dato documental ni arqueológico de tal presencia en nuestro puerto. La realidad es que ni siquiera había puerto: las primeras referencias a un abrigo primitivo son tres o cuatro siglos posteriores a las “andadas” depredadoras de nórdicos o descendientes normandos (Ya se habían quedado a vivir en Normandía de la Francia). La primera realidad del Cudillero marinero apunta a la llegada de gentes de la orla atlántica tras la mayor epidemia histórica de la peste negra, a mediados del siglo XIV. Sólo un abrigo/embarcadero natural, donde hoy está el muelle viejo del Este: al decir de Fortunato Selgas y como bien conocemos los “pixuatus” (Y por experiencia propia) notablemente peligroso. Continúa Selgas, que esa era la realidad -la carencia de puerto-, citando un mísero malecón en el siglo .XVI…