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31 enero, 2019



¿URGENCIA republicana o deshonestidad?


En los últimos tiempos, podría decirse el último lustro, ha ido apareciendo esa visible URGENCIA de traer la tercera república, claro.
Un profesor, pico de oro, rechazado por Felipe en la transición, cuando a la OTAN... de entrada NO; otro, carcomido por el resentimiento imposible del comunismo a la izquierda del PCE, e hijo de turiferario de la extrema izquierda terrorista (de los que mataban, quiere decirse); además de algunos aspirantes a PNN, rescatados de la levedad del ser por Hugo Chávez, en el empeño de alcanzar el paraíso socialista -o los cielos, quién sabe- en el Caribe, tratan aquí de apremiar el advenimiento de la III.
Tienen un problema: habían olido sangre el 15-M, ya en 2011; después, rechazados por Izquierda desUnida en 2014, dan la campanada que ni ellos esperaban y... obtienen 5 eurodiputados y cerca del 8% de los votos; en realidad, en la sociedad española, se había estado acumulando un tremendo malestar, a lo largo de una crisis sistémica de intensidad desconocida hasta entonces. La ocasión les viene a la mano, se ponen muy nerviosos y se vienen arriba, que comenzó a decirse. No serán cátedros de Políticas, pero conocen lo suficiente el manual de su mentora Mouffe: "arriba  y abajo", "la casta y la gente": es el momento, hay que coger la oportunidad, hay que desempolvar a Lenin o, mejor aun, vestirlo de Gramsci que queda como menos ruso, más cercano... Ni siquiera le hacen ascos al filonazi de Carl Schmitt. Vale todo.
Realmente llegaron a creérselo y... hasta miedo hubo de que en alguna medida tocaran poder. Estaba muy claro que son de la ralea de los que, si se suben, luego no se bajarán democráticamente. Siempre repetirán esa jugada.
Pero nada más cíclico que el acontecer humano: tras cinco años de borrachera de poder de lo menos asambleario, el gran macho alfa ha agotado aquella magia, el empíreo se aleja con la oportunidad, y la demoscopia, con o sin Bescansa, empieza a ser esquiva. No importa que arriba haya laminado literalmente a todos los conmilitones, sustituyendo al Politburó en pleno por una diarquía que parece inspirada en la pesadilla de los Ceaucescu. Cierto que el palacete de Galapagar es muchísimo más modesto que el de la pareja rumana. Pero -si conoceré yo el paisaje-, siempre les quedará el pudridero real a vista de terraza. Les supongo una emoción de lo más ambivalente: el Escorial evocaría grandezas estalinistas del palacio de Bucarest, pero no es posible despojarlo de cierto inmemorial aire monárquico... de la Monarquía hispánica, quiero decir. Claro que puestos a soñar... si llegara la III. Pero siguiendo con el cambio de ciclo: unos dirigentes purgados, y los que aún quedaban, abandonando el barco y sin un Tezanos que interprete las encuestas o, siquiera, con la despechada Bescansa; pues, lo que aparece a la vista son como nubarrones de una buena ciclogénesis, pero electoral. Siempre ocurrirá en la política: los vientos, al menor error, acaban en tempestades; la historia está llena de grandes hombres con malos finales, desde César hasta Churchill... Así, que no digamos los hombrecillos. En fin, habría que castigarlos, a ver, durante un tiempo interminable, la repetición en bucle de la escena del globo, de "El gran dictador".
La pena, acabarán siendo los restos del naufragio. Cuando aparecieron como el flautista Hamelin por la Puerta el Sol ¡Cuánta emoción, cuánto sentimiento popular! ¿O... era populista? No importó -pensamos que a sabiendas- volvieron, como buhoneros, a vender la misma mercancía averiada... ahora, aquella ola de ilusión se va convirtiendo en un rosario de náufragos...
¡Cuán alto gritaron! ¡Cuánto criticamos al grupo de dirigentes que despreciando la sensatez jugaban  como trileros! Desde que aparecieron por mi pueblo como pajaritos-pajarracos ¡Cuánto nos hartamos de denunciar el engaño -de nuevo- a gentes esperanzadas o bien intencionadas!
Lo peor será el desengaño, la desmotivación que alejará de nuevo a esas personas de la participación, de lo público, lo que -penosamente- dejará más campo libre a los políticos y politicastros que venían a echar. Cuando vimos a los nuevos barandas de la capital pasear el muelle de nuestro pueblo, nos preguntábamos ¿Cuánto serían conscientes, o cuán intencionado resultaría el engaño?
Sí, eran adelantados en el uso de las redes sociales, bien que se valieron de ello. Pero no resultó una buena jugada: las va utilizando el personal, pero en algún sentido el peor de cada casa. El uso de los big-data y las manipulaciones electorales masivas anticipan unos tiempos muy poco de fiar y un cambio en las reglas de juego, además del inevitable cambio generacional. Empero, al final, las modas populistas volverán a tornarse viejas... pasarán. Y los líderes revolucionarios de ayer ¡ojala! mañana lleguen a viejecitos pesados.
Quizá una línea de la Historia cuente un día, que una banda de revoltosos acabó consiguiendo que el Jefe del Gobierno de la derecha (Un puquitín tardo franquista) se mantuviese malamente en el poder, ante la división perpetrada en las izquierdas (Claro que la otra parte iba buena con el quita y pon SG).
Así fue, que cuando más perjudicadas andaban las clase populares, resultó alzarse a la poltrona la derecha más rancia ¡Qué cosas! ¡Qué triste! Y todo para acabar -sólo pareciéndose- a los Ceaucescu. Sólo eso, que todavía estamos en Occidente; el capitalista, pero Occidente.
¡Ánimo Íñigo!