---------------------------------------------- 3CORTASY1LARGA

07 marzo, 2020



¡CON LA VIDA HICIERON... MUERTE!



   Anoche soñé despierto... tenia poco más de diez años y asistía a una película casi perdida en las brumas de una memoria ya vieja. Al rodaje, quiero decir. Bueno, a la primera noticia de un alboroto o zafarrancho que llamaban "hacer cine"... En mi pueblo, a las puerta de la Escuela de la rula, la mía.
    Pasmo... esa fue la primera impresión de aquellos rapaces no poco asilvestrados. Y... Ana Mariscal. Ese era el nombre que oíamos por sobre los demás: una directora, una mujer dirigiendo una peli. La verdad era que no entendíamos casi nada de lo que presenciamos: unas enormes luces, a pleno día iluminaban absurdamente la repetición de escenas sin sentido alguno... También oímos -entre bisbiseos- algunas palabras de misterioso sentido: comunistas... o UHP, que nos resultaba más misteriosa aun. Sin duda, allí se cocinaba algo malévolo o prohibido, que parecía traer causa de un pasado misterioso o ignorado por completo. Pero, por más esfuerzo, no lo alcanzábamos... Claro. Andaban a tiros. pero no se parecía en nada a una del oeste, de las del Cine Mary a "las 5". Los mayores, los nuestros, lo contemplaban con un silencio, con un distanciamiento que continuaba en casa a la hora de comer. Y cuyas evasivas no se nos escapaban del todo: quizá por ello aún las recordamos.
    Fue una de las primeras noticias de un mundo de otro tiempo o de más allá del Fiolato de El Pito. Ayer, más de sesenta años después, el blanco y negro me devolvía imágenes de un Cudillero mucho más viejo de lo que imaginaba recordar. No era el que recuerdo despierto. Parecía mucho más antiguo. Pero, sin duda aquel había sido mi tiempo. Era... mi memoria.
    Pero la peli traía más mensajes, al menos para mí: Ana Mariscal -factotum- o el coguionista Jesús Evaristo Casariego -autor de la novela original- hacen un notable esfuerzo de ecuanimidad, presentando dos bandos de un desgraciado enfrentamiento. Escasamente dos décadas posterior a la  guerra "incivil", trata de presentar a unos personajes dolidos y con cierta conciencia de fracaso o desengaño vital. En cierto modo son conscientes de que no ha valido la pena; no cuestionan -al parecer- las motivaciones; viven una existencia incompleta, o más allá del furor expectante que les llevó al conflicto. En el fondo son personajes fracasados. Eso sí, en un escenario rodeado de una moralina muy de época. o sea, de régimen. Seguramente, era inevitable; sobre todo si -después del tiempo- se  contemplan las escasísimas rara avis que el Régimen consintió. Aburridos o fracasados eran el mundo de los vencedores; los otros habían quedado desaparecidos, difuminados, en el pasado. En la película -¿O en la vidas real?- es como si ya no existiesen.

    A pesar de los pesares, quienes conocimos aquel tiempo, reconocemos el mérito del muy valiente planteamiento de Mariscal y Casariego, de alejar el foco, produciéndose con la primera ecuanimidad que recordamos.
    Allí, en la plaza del Sable, entre la escuela y el rincón de pared desconchada de Casa Isabel hoy, donde ahora tomamos vino, entonces, descubríamos que en nuestro país... ¡Con la vida hicieron fuego