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26 abril, 2015



EL TRÁGALA...(2)

(Santos Juliá. El País)

...o la economía política según un iluminado autodidacta de 18 años.

'Dantarayer' dábamos cuenta de otro magistral artículo de Don Santos, en el que nos recordaba nuestra particular aportación a las formas de gobernanza, si bien, no precisamente, al capítulo de las buenas. En realidad, nuestra historia constituyó una especie de capítulo aparte, de anomalía, en la andadura política europea. Para los recalcitrantes -o llamados fachas, y conste aquí que, también los hay en las izquierdas- sólo recordar, que no hubo potencia, más o menos hegemónica europea que dejara de contar, tanto y en tan poco tiempo. El que va de Blas de Lezo  a Godoy, medio siglo, más o menos. Desde entonces, las pulgas de ese perro flaco, se soportaron mal unas a otras. ¡Hasta el 78! Guste o no guste. Porque ese año es un dato capital, es el norte de la brújula para saber de dónde partimos y dónde estamos.
Pues estamos, al cabo de los despropósitos que relata el bueno de Don Santos: después de dos siglos de desbarajuste y pérdida de rango, por fin, cuando estábamos instalados en el período más bonancible  y en plena economía globalizada, nos pilla -guerras aparte- la mayor de las crisis económica en más de un siglo. Y, en las crisis les conoceréis: por las Europas ricas estaban tan instalados que van a su bola, sus cifras de paro, en algún caso, incluso mejoran. Donde verdaderamente toca en hueso, es en la banda mediterránea; el retroceso de la economía llega a poner en cuestión la cohesión de la Unión. Velahí el problema: el daño social, en el empleo, en la pérdida de rentas, acaba provocando el malestar social que, aquí, levanta una -más que justificada- ola de indignación social. Nada más lógico. El problema se plantea en cómo enfrentar el tipo de soluciones; y la parte más viva, más agitada y más joven de la sociedad, propone la vieja solución de la ruptura: Si en el 78 no se pudo, intentémoslo ahora, todos a una, anarcos, troskos, viejos nostálgicos y jóvenes idealistas, a quien más a la izquierda; pidamos lo imposible y conquistemos el cielo.
Y de dónde se alimenta semejante desiderátum. Se lo cargan en el debe -o en haber, según se mire- al sociólogo Henrique Cardoso, como autor de la teoría de "la dependencia económica"(1), según la cual el problema original son los desequilibrios entre el centro (las naciones desarrolladas) y la periferia (América latina) (2). En realidad, no deja de ser una variante de las tesis sobre el imperialismo y la explotación del marxismo más rancio, pero que se podía adaptar a la situación latinoamericana de mediados de siglo XX, al menos, en algunos aspectos básicos: las naciones más avanzadas disponen de tecnología y modelos organizativos mucho más eficientes, y por lo tanto, quedan en situación de ventaja, que -naturalmente- no cederán graciosamente, como, por otra parte, no lo harían las dominadas, si fuese su caso. Para llegar hasta ahí, no se precisa tanta alforja. ni Max (Weber), ni Marx (Karl): Ni hacen falta el modelo de organización de la economía (Burocracia, como racionalización, precisión y estabilidad, para el mayor grado de eficiencia técnica); ni tampoco 'las herramientas', diríamos, del pensamiento clásico marxista.
Ese intento, funcionó como un proyecto de vocación defensiva frente, sobre todo, a U.S.A., desde la salida de la Gran depresión, hasta la crisis (de la energía) de los 70.
Finalmente, Cardoso se hizo mayor, llegó a Presidente de Brasil, practicó -en el mundo real- políticas neoliberales, pero acabó consiguiendo el despegue de la economía brasileña y autentica 'Autoritas'.
Si la historia acabase aquí, tendría fácil epílogo, pero un joven autodidacta de 18 años y lego en Economía Política -cuando entonces- tuvo la ocurrencia de escribir "Las venas abiertas de América latina", indignado, revelándose contra el saqueo de la riqueza, de los recursos naturales, de esa América latina, por los estados imperialistas, Gran Bretaña y Estados Unidos, desde el siglo XIX. Desde el punto de vista técnico, el libro no merece, no está a la altura, ningún comentario. El propio autor, cuando adulto, se reconoce desconocedor de la Economía Política, al escribir el panfleto que, además, le llega a parecer de una prosa pesadísima. Sin embargo, tal panfleto, acabó convirtiéndose en esa América latina, y aún más allá, en una leyenda urbana -una Biblia- para doctrinos, como el mismísimo Hugo Chávez, y lo peor, fue el alimento de la rebeldía juvenil de toda una generación, para la que la indigencia intelectual del artefacto no contaba.
El panfleto, ígnaro en ciencia económica, emplea toda la imaginería demagógica que puede soportar el papel. No tiene ningún empacho, por ejemplo, en utilizar a los 120 millones de niños -de América latina- como arma, aunque no sepa de que está escribiendo. No hace falta, 'esos niños' indignarán a la buena gente, no importan los argumentos. equivocados o no, serán emocionalmente aceptados. (Y creó escuela). 
Especialmente, el argumento del despojo en cascada, y de afuera a dentro (De ricos a pobres y desde metrópoli a colonia), allana el camino al irredentismo, pero expresa un profundo desconocimiento de la condición humana: somos primates territoriales y jerárquicos; lo que quiere decir que, desde el fin del paleolítico (3), la cultura y con ella la riqueza (la acumulación, la mejora de la productividad), se va difundiendo por oleadas o por préstamos -en una ocasiones viajan las gentes y en otras los conocimientos científico técnicos- de manera que aparecemos desiguales en nuestro estado de naturaleza. La adaptación a nuestra segunda naturaleza, la cultura, introduce las diferencias. No tenemos un origen angélico  o sobrenatural, somos hijos de la evolución biológica, de esa adaptación al medio, en la que encontramos soluciones diferentes, que nos separan. Y eso explica nuestra dinámica de aceptación/rechazo, de empatía/agresividad ante la otredad, lo diferente.
Esa biblia nueva, fue, en definitiva, escrita como una crítica al "sistema", pero ignoró que todas las olas anteriores que llegaban para traer la civilización, siempre adolecían del mismo fallo que, no era de un modelo u otro, no: el fallo radicaba en la mala comprensión de 'la condición humana'. Aunque el tipo de sociedad cambiara o pareciera cambiar, el fallo se reproducía. Podía cambiar ese modelo de sociedad: avanzar la tecnología de materiales del silex al grafeno, a la biomedicina, o a las técnicas de la información y las comunicaciones; pero el primate seguía erguido, con la misma 'condición humana'.
Esa es la explicación de un fracaso, tras otro, de las revoluciones: de la burguesa en Inglaterra (cuello del rey incluido), de las más populares en Norteamérica y Francia hasta, finalmente, las de lo soviets.
"Por consiguiente": Se ha intentado de todas las maneras, pero no hay revolución que valga -pobre Trosky, ni permanente, ni gaitas-, ni cambio de las relaciones de producción, ni en la naturaleza liquida de las sociedades modernas, porque lo que no consiguen cambiar es la permanencia de la condición humana que, aliada con el tiempo, gasta, envejece y arrumba las revoluciones que han sido y serán. La esperanza para, entre 7.000 y 12.000 millones, de primates inteligentes y enemigos de la biosfera, será el cambio gradual -¿evolutivo?- y continuado, especialmente en la educación y en la relación con el 'medio' o naturaleza.
La tremenda conmoción social producida por la última, pero no definitiva, crisis, alertó a los oportunistas habituales. Increíblemente no son capaces de leer la realidad, por ejemplo, de Venezuela, pero sí de postular la liquidación del período más largo de estabilidad y progreso económico y social de este país, desde la edad media. Por eso, su enemiga con la hija de la tataranieta de 'la Pepa'. Por eso, más increiblemente, miran a Chaves, en lugar de a Dinamarca. Por eso, cuentan el chocolate del loro del presupuesto de la casa del Rey o del presidente de la República, ambos semi-honoríficos en la Unión Europea. Por eso, nos hablan de antiguos filósofos sociales -demodés- del pasado siglo y, al parecer, no tienen noticia de Jeremy Rifkin, de Zigmunt Bauman o de Ulrich Beck. Por eso, serán una moda, y, politólogos-sociólogos, saben que pasajera.






(1) En realidad, el joven Cardoso recoge el trabajo de Gunder Frank, Dos Santos o Marini.

(2) Aquí, ahora, sería entre la Europa rica del centro-norte y la mediterránea, obviamente.

(3) 15-12000 años.


23 abril, 2015



EL TRÁGALA... (1)



El País.  19.04..15

(Y algunas opiniones más)


...es una corta expresión, pero de largo recorrido en nuestra historia, quizá demasiado. Significó unas formas en el ejercicio del poder, tan disimiles, que revelaban una diacronía secular con Europa. En ese tiempo, fue una marca de identidad muy singular: desde la reforma protestante quedamos aferrados a los valores trentinos; mientras, los otros, se daban a la ética del protestantismo. Max Weber lo dejó clarísimo: la actividad, la eficiencia, eran la señal -la marca- de la predestinación, de los elegidos. Luego, la sociología del siglo XX, lo desmintió en buena medida, pero, entretanto, los anglosajones y su cultura dominaron -que viene de 'domini' o señores,- el mundo. Fuera como  fuere, lo cierto es que, las sociedades mediterráneas se acomodaron en una especie de realidad acomplejada respecto al centro y norte del continente, que miraba más al Atlántico, y aún más allá, al paradigma de la eficiencia moderna: Norteamérica*.Y, en el furgón de cola de esa realidad, viajábamos con nuestros viejos demonios familiares, con nuestra anormalidad histórica. Veamos: Nuestro país pierde su rango en Westfalia, y aunque conserva el Imperio, no es, sino para ir perdiendo jirones durante más de dos siglos.
En ese trance estamos, cuando se va a producir en Europa un cambio de era: 'la modernidad'. Que se produce por acúmulo de toda una serie de realidades -culturales, científicas, técnicas, industriales- de las que nuestra Contrarreforma nos había dejado huérfanos. Mientras ocurre la Ilustración. como un deslumbramiento que recorre Europa hasta la mismísima Rusia medieval, aquí, el meritorio Feijoo ejerce de polígrafo del páramo solitario. Es cierto que, como acabó siendo costumbre, excepcionalmente, surgía el genio de un Jorge Juan o el valor de Churruca, e incluso, un 'medio hombre' Blas de Lezo, como el que les propinó una buena tunda a los 'casacones' de Vernon en Cartagena. Pero nos volvimos tan irrelevantes, para ellos, que aunque habían llegado a acuñar moneda conmemorativa de la ocasión -de su victoria-, esa derrota, tan transcendente e importante, al menos, como la Trafagar, tuvieron la habilidad de traspapelarla entre los anales. Y, leyenda negra, nos lo creímos, o casi.
En ese vivir, sin vivir, estábamos, cuando los gabachos dieron la campanada de cambio de guardia: el médico Gillotin propone a la Asamblea Constituyente francesa la famosa maquinita, que acabaría llevándose por delante  las preciosa cabezas de Luis y María Antonietta, abriendo el citado tiempo moderno en Europa. Pero no en nuestra península: desde los excepcionales Feijoo, Jorge Juan o Malaespina, ni siquiera habíamos sostenido las posiciones: el artefacto de Monsieur Gillotin, tal parece, que hubiera dado un tajo en la Península, dejándola partidas en dos mitades irreconciliables. Allende los Pirineos, los hijos de la Gran Bretaña, se fueron olvidando que un día colgaron al Rey, y los gabachos de sus degollinas particulares; alemanes o italianos se unían tal que a FUENTEOVEJUNA, y hasta los rusos consiguieron avances notables. El emperador Meiji metió en regla a Japón, y China entraba en la efervescencia que la llevó a ser la potencia del siglo XXI. Lo de los Yankis ya está demasiado contado. Entretanto, decíamos, las dos Españas se afanaban a cual más intolerante y, como acertadísimamente refiere Don Santos Juliá en el citado artículo, la norma para el turno de gobierno, con raras excepciones, venía con la 'insultante y grosera canción del Trágala'. Durante casi dos centurias, y mientras nuestro mundo entorno accedía a la modernidad y a la pujanza económica, aquí, nos dedicamos, a más y mejor, a base de ese Trágala, a guerras civiles, revoluciones, exilios y crueles represiones, es decir, al cainismo en general. Fue nuestra aportación a las formas de gobernanza. Todavía tiene émulos, algunos en hispanoamérica...
Por eso, cuando aconteció el hecho natural -qué coño, se murió en le cama-, los Richard Herr y Giovanni Sartori -citados por Juliá-, o el 'corresponsal' -por antonomasia- Walter Haubrich (q.e.p.d.). del Zeitung de Frankfurth, que sabía más desde su ventana del Gijón, que los conspicuos del régimen; por eso, decíamos, nos contaron que en este país bronco y cainita, como por sorpresa o casi contra natura, sonó la hora de los pactos que, y fue algo así como cerrar la última de 'las llaves del sepulcro del de Vivar', por fin: "LA CONSTITUCIÓN DEL 78". Sí, la hija de la tataranieta de la PEPA. Ahora...ahora, como entonces, unos dicen que ni tocarla, y lo peor, otros quieren llevársela por delante...
¡Pues va a ser que no! Un paisano de Maquiavelo, con cara de Burt Lancaster, mentó la receta que recoge toda la vieja sabiduría  del Mediterráneo, la que nos viene desde que comenzamos a ser personas en el 'creciente fértil', y que se resuelve en "MUTATIS MUTANDIS", es decir: CAMBIANDO TODO LO CAMBIABLE, QUE SE PUEDA O QUE HAGA FALTA. PARA QUE TODO SIGA IGUAL DE... ESTABLE.
Se llamaba Fabrizio, Príncipe de Salina, y lo dicho, tenía cara de Burt Lancaster...O, al menos, eso pretendían Visconti o Lampedusa, no sé muy bien.



*  La línea telegráfica Washington-Baltimore comenzó a funcionar en 1844. La reina Victoria y el presidente Buchanan, cruzaron cables trasatlánticos en 1858. A los inmigrantes europeos de entonces, poder enviar mensajes a sus familias del otro 'lado', a la velocidad de la luz, les resultaba, literalmente, inconcebible. En el último cuarto de siglo XIX, Norteramérica pasa de mil télefonos en servicio, a un millón. La electricidad, el ferrocarril y el petroleo, siguieron desarrollos semejantes. Y, por fin, la modernidad: en 1916 circulaban, entre la costa este y la oeste, 3,4 millones de coches, pero catorce años más tarde, eran más de 23 millones de automóviles. Entonces, tuvieron la primera gran crisis, entre los estirones del crecimiento -de la economía-: la gran depresión. Pero, antes, unos insensatos que quemaban tagarnina fina, enagenados, en un lugar de la Carrera de San Jerónimo, les habián mandado con Cervera y Topete, cuatro barcos de chatarra vieja, llevados por un carbón malo, y medio combustionado, a desafiarles -como buscaban-, a la puerta de la que sabían, ya era su casa: Cuba. Hubo un muerto, para contar, en el lado norteamericano.

18 abril, 2015



POLÍTICA, MANIPULACIÓN Y VíDEOS EN YOU TUBE...

Nada hay más cortesano que regalar al monarca...



De pronto la política se ha vuelto más convulsa de lo usual. Ha ya más de un milenio que, oportunamente, ocurre en la historia de este país. Ahora la querella vuelve a ser la Monarquía, que no la forma de estado. Sí, y no nos engañemos, o que no nos engañen; porque el contenido de una forma u otra de la Jefatura del Estado, hoy, se ha vuelto una querella nominalista: afecta al título, que no al contenido. Se llame, como se llame, al Jefe del Estado, sus atribuciones prácticamente son las mismas. A fuer de sinceros, habría que apreciar la diferente solución de continuidad; pero a cambio, la forma monárquica, en estos momentos aporta un plus de estabilidad, de presencia en el exterior -muy comercial, en ocasiones-, evitándonos una seria y ancestral querella doméstica que, no olvidemos, en el contexto político -del poder de verdad, y del futuro- de la Unión Europea, resulta inútil y estéril. Magro balance, en el mejor caso, para nostálgicos republicanos. para persistir en nuestros extravíos particulares. Como nación, digo. Siempre mirándonos en nuestro pares: uno no olvida que creció oyendo, en la escuela y en los medios de comunicación, lo de la envidia que nos tenían los gabachos o la pérfida Albión. Ya, ya.

Así que, no nos resulta sorprendente, ni extraño, que los modernos gurús, en política y aún en 'políticas', insistan en la bicha, en descabezarla. Porque, vamos a ver: si en la cuenta de pérdidas y ganancias históricas, económicas o de representatividad y legitimismo, no va haber más diferencias apreciables que, acaso, las sentimentales, habrá alguna intención en sostenella.
La hay. Sin duda: el 'ventajismo' político. La capacidad de manipular las emociones en procura de alguna ventaja en la pelea por el poder. Esas emociones -que la neurociencia actual define como un movimiento imperceptible, visceral y casi reflejo, del que no somos muy conscientes hasta que emergen ya, como sentimientos- fueron para  John Watson* el motor de la nueva industria de la Publicidad: Hace cien años, Watson, descubría que, en la naciente sociedad industrial y urbana, aquellos individuos que se adentraban inseguros en un mundo desconocido, estaban necesitados de ser aceptados, de empatía. Esa era la medida existencial de la soledad del otro y, a su vez, explicaba la necesidad de afecto, de camaradería.
Por eso, los promotores de movimientos sociales la usan -la industria de la publicidad, la manipulación- sin tasa; no hay mejor reclamo**, ni mejor reactivo, para una secta, una ideología o un partido político, que la capacidad de manipular las emociones. Tampoco importa si se hacen trampas, pues la reacción emocional, cuando arranca, lo hace desde inconsciente, lo que la hace más difícil de neutralizar; eso explica porque los impostores políticos, como los fraudes comerciales, solo suelen ser parados a "posteriori". Cuando el daño ya ha sido hecho.
Ese mecanismo -perverso-, es el que explica el interés de determinados líderes políticos por moverse en el plano de lo simbólico: los signos, los conceptos, definidos por un Stephane Hessel o un José L. Sampedro -desde la honradez intelectual-, y que hacen de catalizador de la indignación de un imparable movimiento social, atraen especialmente a los oportunistas que -condición humana-, usan de ellos, primero, para convertirse en los dirigentes, sin competencia, de esos movimientos, y después, para asaltar el poder-ese cielo metafórico-.
Pero el poder así alcanzado, nace viciado en origen: está mucho más cerca de los modelos totalitarios que de la democracia deliberativa, según la definió Hannah Arendt. Y aunque Laclau intente, ante la imperfección de la democracia, colarnos, legitimar, el 'populismo'; la realidad nos enseña que, la democracia tal como la hemos realizado -dos milenios y medio, que van en el intento- en occidente: imperfecta, lenta, plural, con poderes divididos, que se contrapesan y controlan mutuamente, se acerca mucho más al objetivo de ciudadanos libres e iguales en oportunidades.  En la misma medida que se aleja del modelo chavista, del jemer rojo o del coreano. No deja de haber algo indecente en el intento de confundir a las 'buenas gentes', a 'sus gentes' -ni que fueran Julio iglesias, con todos los respetos-. Pues, quién es ese Laclau. Lo vamos a llamar: "un manporrero" del los Kirchner o de los García Linera (blanco europeo y guerrillero pro-indigenista, sostenedor particular del gran aimara Morales), que nos propone un modelo que quizá tenga sentido en Sudamérica, tanto, como sinsentido en las sociedades europeas actuales. De manera que, hay que considerar un fraude mal intencionado, pero de trilero barato, el intento de ignorar la larga y sufrida tradición crítica -y aún revolucionaría- hispana: los primeros ilustrados como Jovellanos, los liberales, el republicanismo del XIX, incluso el persistente anarquismo ibérico; el regeneracionismo de Joaquín Costa, en algún modo consecuencia del 98; a Pablo Iglesias, Manuel Azaña, Largo Caballero, Max Aub, José Gaos, Enrique Díez-Canedo,  Ramón y Cajal, Juan Negrín, Severo Ochoa y, ya no digamos, a la generación del 56: Tuñón de Lara, Aranguren, Tierno Galván, Javier Pradera, Ramón Tamames, y, más tarde, Santos Juliá, Javier Elorza o Muñoz Molina, y tantos otros. Bastantes más, para que unos comprados, malamente, por cuatro indios "caracas", vengan ahora a inocularnos una fiebre tropical. Pues no, ese irredentismo no cabe aquí: Grecia se puede acabar entendiendo con los Chinos en el Pireo o, aún mejor, con los rusos; pero a nosotros, lo que nos queda más próximo, después de todo y de los romanos, son los visigodos, que venían de la isla de Gotland -tierra de 'godos' o 'gutar'- o sea: daneses (esto debe de ser mi lado pixueto). No. Preferimos el sentido popular, democrático, aún rudo, de los pueblos de derecho germánico: los Cáribes, Caracas, Bororos o Aimaras, estamos encantados en dejárselos a los antropólogos, incluso politólogos de cabecera, del inefable señor inMaduro. No sin pena de ver a la grey 'indignada', rebuscando entre los mitos una salida de la caverna. Pues toda la manipulación -simbólica o burda- de las emociones, de la indignación, todo el populismo, no llegaran para ocultar que con Laclau, o sin él, lo que en realidad pretenden es subirse a la burra, es PODER; por eso, inocentemente, se llamaron PODEMOS.

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*  John Watson, pionero de la psiquiaría en USA -en los años veinte-, se pasó al incipiente campo   de la publicidad, utilizando el bagage adquirido en el "conductismo" para la manipulación                   del comportamiento en la venta de productos a la primera generación consumista de                             norteamericanos.

**Son muy capaces de ofrecer un presente al monarca, con tal de robar plano, o de hacer las           américas en la Columbia University de Joseph  Stiglitz, para hacerse pasar por socialdemócratas.






12 abril, 2015



CAMPUS DE SOMOSAGUAS /2 (Diario el País 9.Abril.2015)

Populismo contra democracia.


Francesc Carreras. Catedrático emérito de de la  U.A.B. y notable constitucionalista, publica una 'CUARTA PÁGINA' la última semana, donde deja una visión muy alejada de la de Laclau y sus vicarios de Podemos.
 En realidad, la diferencia se establece desde el inicio: para Laclau el 'populismo' tiene su origen "...cuando el sistema no atiende una acción de justa reivindicación -lo que lógicamente producirá insatisfacción, indignación-, entonces, se produce una reacción de respuesta : el populismo".
Laclau entiende, además esa discordancia -distancia institucional- entre reivindicación y respuesta, como una especie de relación dialéctica, que haría a la democracia viable y, en alguna medida, populista. Lo que le resulta una especie de garantía para la democracia, al excluir el pensamiento única.
Sin embargo, la visión de Carreras es bien diferente: "...el populismo es una degeneración de la democracia. Si llega a ganar unas elecciones, siempre intentará perpetuarse en el poder, para lo que cambiará las reglas del juego". Es lo que ha hecho históricamente, es un comportamiento de asalto, de apropiación, del poder. Exactamente esa es la idea tras el mantra de 'la caducada Transición política' o la paranoia por superar la Constitución del 78, abriendo un nuevo proceso constituyente.
En uno de los países que pesan en la Unión Europea, sólo desde tal paranoia, se les puede ocurrir intentar semejante cambio, que actuaría como una carga de profundidad en el difícil y largo entramado que se teje en Bruselas. Si las veleidades griegas -el 2%, malamente de la citada UE-. incomodan notablemente, la respuesta a los preparadísimos representantes españoles, preferimos ...no imaginarla. (En realidad, lo que no quiero es imaginar a algún sesudo parlamentario europeo -versado en historia política, claro- embelesado en la contemplación de alguno de nuestros más visibles representantes, y preguntándose:¿de dónde demonios habrán salido otra vez, desde Westfalia siguen sin remedio, es como si quisieran seguir repitiendo sus errores históricos. Vienen aquí, por fin, pero es que van a seguir sin ver, pero es que realmente se pueden creer en el siglo XXI, que esos delirios de fiebre caribeña pueden llevarles a alguna parte?).
Así, que ese populismo no es democrático, porque utilizando la manipulación emocional 'tratará de ocupar el estado, de hacer creer, no que representa al pueblo, sino que es parte del pueblo mismo', después demonizará a otros poderes del estado -le estorban para quedase con todo el poder- y finalmente 'caerá en la tentación del líder único, presentado como la encarnación de las buenas gentes, de los nuestros'. Y utilizando el mecanismo de significación de los opuestos, fuera quedarán los corruptos, la Casta.
Pero, concluye, el constitucionalista; "la democracia tal como la hemos realizado en Occidente, es algo bien distinto, es imperfecta, es lenta, es deliberativa -que diría H. Arendt-, pero no es un todo -totalitaria-, es plural; sus poderes están divididos, se contrapesan y se controlan mutuamente. Su objetivo es que las personas sean libres e iguales en oportunidades. Para el populismo, el Estado, conoce a priori al pueblo y sus necesidades, por lo que no necesita debates ni controles, sencillamente decide sin consultarlo. En conclusión: no son dos formas de gobierno distintas, sino dos formas de Estado opuestas: una, democrática, y la otra no".
De manera que, cuando Laclau concluye: "si la democracia no es perfecta se ha de admitir la realidad del populismo", lo que en realidad está intentando es que el sistema -Troya-, abra las puestas al caballo -el populismo-. Y ese es EL PROGRAMA FINAL DE PODEMOS. Lamentamos -en verdad- que  Laclau ya no esté para decirle que el final del mito...ya nos lo sabemos.


08 abril, 2015



CAMPUS DE SOMOSAGUAS (Diario el País 6.Abril.2015)

LACLAU: ¿Ideología o poder?


En la Facultad de Políticas y Sociología de Somosaguas se producen individuos del fuste de Antonio Elorza o José Ignacio Torreblanca, a los que podemos relacionar con el pensamiento, o la razón*, críticos. Empero un grupo bien organizado de activistas  está consiguiendo -momentáneamente-imponer la razón populista, inspirada en el politólogo argentino Ernesto Laclau. Razón capaz de logros tan democráticos como la venta, y libre consumo de ahumantes, en dependencias de la propia Universidad, o instalar 80 jenízaros, ajenos por completo a dicha facultad, en el intento de imponer el mundo de los okupas.
Dicha razón populista -raíz de la tesis doctoral del responsable, el niño Errejón, de la secretaría política de PODEMOS-, viene a decir que, cuando el sistema no atiende una accción de justa reivindicación- lo que lógicamente producirá insatisfacción, indignación- entonces se producirá una reacción de respuesta: el populismo.
Para Laclau, pues, si la democracia no es perfecta, se ha de admitir la realidad del populismo: en consecuencia, 'en un mundo de recursos finitos', habrá de aceptarse la pluralización de las demandas -lo que no deja de ser, aplicado a la economía, el principio anarquista de 'pedid lo imposible'-. Resultando que esa distancia institucional entre demandas y canales de acceso, haría la democracia viable, ya que esta ha de ser, en  alguna medida, populista.
El razonamiento estaría muy, bien prescindiendo de lo que nos hemos permitido añadir: 'en un mundo de recursos finitos'. En el que ocurrirá lo de Venezuela: Ignorarlo a favor de los 'nuestros' y contra cierto 'empresariado' o 'burguesía' acaparadora, acaba provocando el desastre al modo caribeño, con una banda, fanática y subsidiada, del régimen, y el resto de venezolanos que, hacen la cola del supermercado o de carne de cañón por las calles de Caracas.
Así se entiende, que para Laclau, el populismo, lejos de ser un obstáculo, es una garantía para la democracia, al evitar que se convierta en mera administración, o excluir el pensamiento único; pues mantiene un deseable antagonismo democrático. A la vez, con ese populismo, aparecerán formas de liderazgo que no son ortodoxas, desde el punto de vista liberal, pero que lejos de ser un inconveniente, en realidad, constituyen una garantía para la democracia...lo cual -a nuestro entender- sólo representa un problema: el populismo acaba realizando un modelo democrático con apellido coreano, castrista o chavista, de pensamiento único -"quod erat vitandum"-. Lo que constituye una absoluta distopía, y se acerca al modelo de totalitarismo tan bien descrito por H. Arendt. A la mejor democracia le sobran los apellidos.
En esa visión destacan la idea de empoderamiento, y la influencia recíproca, complementaria, entre representante y representados: el representante no ha de ser pasivo, ha de dotar -a las masas-  de lenguaje -discurso- y capacidad de movilización, al estilo -profundamente democrático (sic)- de Chavez en Venezuela. Pues se entiende que, en otro caso, las masas quedarían profundamente vacías. Pero esa visión de hegemonía o de intelectual orgánico, que viene de Gramci, queda falta del rigor y la coherencia  original.
Bodeando ya la locura -pues, buen porteño, Laclau, echa mano del psicoanálisis- acaba afirmando el lazo entre el líder y el movimiento de masas que, ha de ser algo compartido, ya que no puede sostenerse solo en el amor por el líder. (No sabríamos que decir, al respecto, sobre Cuba, Venezuela o incluso Corea, pues no tenemos muy claro -que diría de tal amor- buena parte de su población).

Nuestros aprendices de brujos en Venezuela, en Ecuador o en Bolivia, pudieron experimentar con cierto éxito la construcción de la hegemonía; cuya idea básica es ir atrapando y consiguiendo candidatos y movimientos, no alianzas. (Lo que lamentablemente, para ellos, aún no han conseguido entender en Izquierda desUnida). Del mismo modo que las encuestas de Bescansa encuentran el mundo 'indignado', que no son capaces de detectar las de Arriola. Pero...el verdadero objetivo - en términos electorales, que es tanto como decir de poder- sería la gente de sensibilidad socialdemócrata, por eso se corren...al centro, para disputarla a cara de perro. Será una rosa, será un clavel, el mes de mayo....

*El texto en cursiva  expresa los 'contraargumentos' al mundo Laclau-okupa.