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15 mayo, 2019



LAS EMOCIONES... (Carta a una joven de San Cosme)


                                     
Vienen a ser las respuestas de nuestro sistema nervioso al miedo, hambre, sed, reproducción o felicidad...



Son positivas o negativas y refuezan poderosamente la memoria; son una herencia de los reptiles que se remonta muchos millones de años, y actúan como una especie de automatismo corporal inconsciente, como ruborizarse o quedar paralizados. La neurociencia las sitúa actuando desde la amigdala o cerebro emocional; normalmente son causa o antecedente de los sentimientos ya conscientes; como un radar, que nos ayuda a detectar las eventualidades que nos aguardan en la vida.
Están así, profundamente ligadas a los sentimientos, y a través de ellos a las redes neurales que determinan nuestra conducta y la gestión de eso que hemos dado en llamar inteligencia emocional... tan relacionada a nuestro balance de éxitos y fracasos.
Una de esas gestiones básicas es la relación de pertenencia, con nuestros congéneres. La condición humana no deja de ser un sutil equilibrio entre naturaleza y cultura. Inteligencia sentiente la llamaría Zubiri. Y es un equilibrio que no está nada exento de conflicto.
De manera que nuestra naturaleza/racional nos empuja a relacionarnos, no hay otra forma de subsistir: formamos grupos o clanes, que como otros primates superiores tienen una base que no supera los 150 individuos sin desnaturalizarse: como un grupo de facebook, ni más ni menos. Algún etólogo afirma que es un limite mental, tras el que se pierde la proximidad, la relación personal, diríamos. Pero como primates o algún otro mamífero, somos territoriales, lo que nos hace más conflictivos por los recursos. Todo eso es lo que somos.
La evolución, además nos ha dotado de un cerebro nuevo -envolviendo el emocional-, capaz del pensamiento simbólico, de proyectar en el futuro y de lenguaje...con que expresamos, si no es que provocamos, los conflictos. No somos en nuestro país nada originales al respecto: es la historia de la humanidad.
Pero ocurre, que la historia única de ese primate nos ha llevado de presas a depredadores, en la cumbre de la pirámide, hasta convertirnos en una amenaza letal para otros eslabones de la cadena de la vida. El éxito y la densidad de la población humana comienza a ser un peligro, incluso para ella misma. De modo que ese grupo/tipo de facebook es una de las infinitésimas partes o actores de la aldea global, en un mundo hipercomunicado, lo cual las señas identitarias y, particularmente, el lenguaje, cobran una relevancia capital; hasta el punto que determinadas elites políticas se han dado cuenta, cómo, con los medios de comunicación y educación, adquieren un poder conformador/devastador en las sociedades. Hasta determinar absolutamente lo que somos, y la conciencia o la libertad de eso que somos: aquello del ser para sí. Sin ir más lejos, en nuestro país, en  las últimas décadas, ese proceso está cambiando tal conciencia de sí mismos  -el existir absurdo-de una buena parte de la ciudadanía. En plata: el señor -es un decir- Pujol ha patentado una fábrica de individuos de conciencia nacionalista creciente: Aprendiz de brujo experimentado, manejó de libro el complejo identitario, consciente de que la España invertebrada o de la conllevanza no encontraría nada con fuerza para oponerse... además del efecto emulación en la carrera de despropósitos, que anularía cualquier intento de pararla.
Lo cual nos deja un país -Asturias- con enormes retrasos y desequilibrios en las infraestructuras: muselones o peajes de más y trenes de menos. Una industria electrodependiente que no fue capaz de compensar la sustitución del carbón y usar aquellos fondos para reindustrializar las cuencas. Para no seguir... todo ello ha permitido: la tremenda pérdida del peso industrial de Avilés, mientras se importa acero turco, al parecer por millones de toneladas, ni quieras saber cuantas. La Cristalería esta dejando de fabricar un millón de lunas/año, que es justamente  la cantidad  que empieza a producir Marruecos. El triste destino de la industria de aluminio, es una sentencia...
Entretanto, los campos en barbecho, se va despoblando casi todo el occidente, mientas entre 'ocalitos' crece el combustible que se encenderá algún día. Los periódicos y las teles siguen hablando de lo nuestro que... parece el teleclub, la cantadera de los viejos o la tertulia de los últimos náufragos en la aldea o el monte perdidos... Eso sí, falando bable tapeciu.
Mira tú, la nostalgia me dice que cuando -ya hace medio siglo-, mi generación, nos fuimos a Madrid, en aquel tren tan viejo, Asturias pesaba todavía como el 3% de la población de España y un pelín más de la riqueza. Pero ya empezaba a tener problemas para mantenerse como 5ª provincia en la renta per capita, incluso como 10ª. No quiero comprobarlo, pero no sé si estará, hoy, ni en la 30ª.

Así que amiga  de San Cosme aunque ser radical es el sino de bastantes principiantes de la vida, lo cual es normal, no debes de preocuparte mucho, se va aprendiendo por el camino. Incluso los que nos pensamos algo listos, conozco el paño... No daré consejos, pues. Si acaso acabaría con una reflexión: aunque un porcentaje creciente de guajes, hoy, hable esa fala que se quedó a medio camino entre dialecto e idioma; son los aprendices de brujo quienes manejan los hilos -las emociones, decíamos- de esos chavales, como los de la foto; ese juego peligroso es un engañabobos y con las cartas marcadas.  No, la partida de Asturias dista mucho, mucho, de ser la identitaria-lingüística que como un efecto placebo nos distrae de los males reales...
No te dejes engañar, puede que no quieras estar de acuerdo o que sea otra emoción, pero en todo lo que acabo de contarte no cabe baballada alguna. 

Cordiales y sinceros saludos, amiga.



03 mayo, 2019



“EL PIXUATU”, La Clave…

   HABLANDO DE FALAS: “LE PARLER DE CUDILLERO”

   Así lo llamó Bernadette Paringaux hace más  de medio siglo, cuando se estaba convirtiendo en un grado intermedio entre el pixuatu y el habla de los aldeanos o bable occidental…
   B. Paringaux, hispanista y profesora  de español, actualmente es editora de literatura española en francés. El año 1965 obtiene la Licenciatura en Castellano por la Sorbona. Y en 1966, tras seis años de estancias temporales en Asturias y Salamanca, realizó el trabajo de campo -EL HABLA DE CUDILLERO-, de investigación lingüística o Tesina, para el Diploma de Estudios Superiores de la Facultad de Letras. Instituto de Estudios Hispánicos. La Sorbona. PARÍS. Fue director de Investigaciones André MARTINET, eminente catedrático de lingüística, cuyo conocimiento clave de la fonología es patente en el método de trabajo. Contó como informante con Elvira Bravo, profunda conocedora del pixuatu, como es manifiesto a lo largo del estudio descriptivo, y autora de la Amuravela en ese pixuatu a partir de 1947, año hasta el que se escribía en castellano. B. Paringaux, recientemente, ha sido galardonada con la XL Amuravela de ORO en reconocimiento de ese trabajo.

   Tan sólo una década antes -1954-, el especialista L. Rodríguez Castellano no incluía el pixuatu en sus trabajos sobre el bable occidental: cuando el azar le trajo un ejemplar reciente de la Amuravela.

   El argumento central de esa tesis -los  cambios producidos a lo largo del último siglo en la situación lingüística de Cudillero- es muy claro: "Hace sólo un siglo, entre los pescadores, en el fondo de la villa –el anfiteatro- no se hablaba más que el pixuatu, considerado diferente por el resto de habitantes del concejo...  A un Km de la Villa, sin embargo, el habla presenta todas las características del bable occidental". Pero la autora da una de las claves esenciales para entender la deriva lingüística de las falas: "... un grado intermedio entre el pixuatu y ese habla de los aldeanos o bable occidental: se trataría del caízo, hablado en la parte alta, separada del fondo por un puente".
   Puente, que en realidad, representa la transición desde el pixuatu, hasta el casi castellano que se acaba hablando en todo el dominio lingüístico asturleonés. Diacrónicamente -o con el paso del tiempo- por la Cai arriba, se va perdiendo la nuasa fala, transformada en caízo... para acabar en bable aldeano u occidental, que finalmente y siguiendo el mismo proceso, será dialectalizado por el castellano. 
   Así que más allá  de los deseos del sedicente nacionalismo astur, las falas son 'cosas' vivas y, como los hablantes, no dejan de evolucionar: hoy, ese bable, está acabando ya de sufrir el mismo proceso que el caízo... se ha convertido masivamente en un mal castellano -usando los términos de Paringaux-, que aún conserva rasgos característicos del bable occidental.
   Ese puente físico, pero también lingüístico-cultural, representa una situación diferente o contraria de la disglosia o sistema de dos lenguas: no se habla lo uno o lo otro, sino ese grado intermedio o amestao. Tipo de mezcla, que se reproduce hoy en toda la provincia -donde se habla lo mismo-, con la única variante del grado de amestao de la fala local con el castellano. Recuerdo haber crecido, justo donde estuvo situado ese puente: oía hablar a mi madre con las mujeres de abajo, de la marina, en pixuatu casi puro, entretanto me conminaba a hablar como dios manda… Pero alrededor  se iba imponiendo el amestao, y cada regreso de Castilla, hasta la aparición de los nacionalistas radicales astures, no he oído hablar otra cosa en esta tierra…
   Esa deriva del Caízo, descrita magistralmente en la tesis de B. Paringaux, es la Clave que explica la relación diacrónica (o transición) entre los bables y el castellano: “Si en los sesenta existía bilingüismo, ya era entre el pixuatu y el castellano. Entre el pixuatu y el asturiano ya no ocurría,  se habían amestao en el caízo... “. De manera que esa degradación -o grado intermedio- es precisamente lo que diferencia la realidad lingüística de Asturias de las comunidades autónomas bilingües; que en cualquier caso, presentan dos realidades lingüísticas bien diferenciadas: el castellano de un lado y la lengua local de otro; claramente en Vascongadas, casi en el mismo grado en Cataluña, o con ligera mezcla, similar a la nuestra, en Galicia.
   Un vistazo a esa realidad, a la realmente existente -como decía aquella secta política-, revela que los hechos históricos que  acontecieron fueron la pérdida de la hegemonía política Astur-leonesa en favor de Castilla, a partir del sg. XIII, con el consecuente desplazamiento del asturleonés por el castellano. Lo cual pervivieron hasta mediados del siglo XX un racimo de 'falas'; las actuales trasmontanas reconocidas: central, oriental y el más gallego que asturiano occidental; las cismontanas como palluezus, extremeño, berciano, además del mirandés, hoy segunda lengua oficial de Portugal; o 'falas' locales  como las de Colunga, Cabranes, Pajares, Vega de Rengos o Cudillero...  ya fijadas en distintos trabajos académicos o tesis. La imposición -inmersión educativa, social o mediática- de una versión normalizada, sin embargo, haría desaparecer sin remisión las auténticas falas de nuestros mayores. Esas nuestras falas, pues, son el resultado histórico de lo que Menéndez y Pidal considera: "... un dominio románico que rebasa históricamente los límites de Asturias”, al que llama leonés y que acabaría siendo dialectalizado por el castellano desde la baja edad media".
   Ese castellano, al que el destino deparó un oficio muy otro: el de koiné o lengua de intercambio en los caminos de la llanada del Duero. De manera, que el habitual mal entendimiento con los vascones fue tejiendo algo -un pigdin- con lo que pudieran entenderse, con palabras de aquí y de allá. Como muy bien explica el lingüista Ángel López García en El rumor de los desarraigados: el proceso de formación del ESPAÑOL, QUE NO CASTELLANO, respondía a la necesidad y afán común de entenderse de los pueblos peninsulares en el alto medievo. Situación aceptada en general con naturalidad, hasta los decretos de nueva planta del XVIII y las discordias nacionalistas del XX. Cuenta magistralmente ese ensayo, como lo van usando, entre préstamos de hablas y territorios, los hispanos trasterrados desde el sg. XIII, en su avanzada a colonizar el SUR. Por eso, justamente, fue la lengua de todos... (Nunca fue la lengua privativa de Castilla). Y de ahí partió EL ESPAÑOL, ahora con oficio de koiné entre la segunda comunidad lingüística del planeta.

   En esas estábamos cuando al general se le ocurrió morir en la cama: entonces el péndulo de la Historia comenzó a dejarnos libertades sin cuento, pero el trato tenía trampa: se pactó un futuro de libertades, pero unos resultaron más iguales que otros.
   Nuestra realidad fue, que para cuando revoltosos, estudiantes o jóvenes quisimos sacar la cruz de la Victoria, ya otros nacionalistas u otras patrias se habían adelantado: habían sido más hábiles o más oportunos en aprovechar la herencia del abuelo, o de la revolución romántica –la de la vieja Cathleen de W B Yeats recorriendo los verdes campos de Irlanda y arrastrando tras de sí a una juventud enloquecida de violencia-.
   Los arquetipos suelen ejercer una fatal atracción y, aunque tarde, el irredentismo también llegó a prender en la no menos verde Asturias: entonces comenzó la búsqueda de las señas de identidad… si tocamos la gaita –como los irlandeses o escoceses-, nos reivindicaríamos celtas, pues… Pero la historia y la genética son caprichosas: el ADN de los ‘gallegos’ tiene más similitudes con el norteafricano, que el de los mismos granadinos, a pesar de la dilatada presencia musulmana en el sureste peninsular (Resultados de las recientes investigaciones genéticas llevadas a cabo por las Universidades de Leicester, Pompeu Fabra, Oxford o Harvard). Además, irónicamente, el gradiente -la diferencia- genético peninsular corre de este a oeste, coincidiendo con la extensión de los antiguos reinos medievales, que no de norte a sur). Lo cual empeora las expectativas, si se suma al rechazo de Asturias y Galicia, en 1986, por la Liga Céltica Internacional; el argumento era incontestable: la inexistencia histórica de lengua celta. Ni britónica, ni goidelica: por más que nos sorprenda el pasmo y la emulación que el celtismo ha ocasionado entre algunos -no sé si llamarlos- intelectuales orgánicos de aquí. Nos consuela, que intelectuales de otra laya opinen que, al cabo, lo que hablan los lucenses es una variante cercana a la de los astures transmontanos: algo así, como la inversa del malmentado bable astur-gallego.
   Venía a decir Don Julio Caro Baroja –profundo conocedor de ‘los pueblos del norte de la península’- que, en ocasiones viajan las ideas o la tecnología, llevadas o traídas por escasos individuos. Según parece, la arqueología y la genética van afirmando que nuestros ancestros, mayoritariamente son indoeuropeos: yamnayas de las estepas -además de celtas-  del sureste europeo, y mediterráneos, seguramente de las dos orillas. Los de los asturianos de afición celta, incluidos. Así, lo que las dos oleadas celtas nos trajeron, fue particularmente la cultura del hierro. En realidad, los españoles actuales somos portadores de la mezcla indoeuropea-mediterránea.
Con tales antecedentes o antepasados, la añoranza manifiesta de los desfiles de sopladores de gaitas de la Quinta Avenida, por San Patricio, nos parece tan disparatada como la necesidad de nuestros ‘berzales’ de ignorar o tergiversar los repetidos pronunciamientos de Menéndez Pidal: “El dialecto leonés”, “Orígenes del español”; Alarcos Llorach: “Fonólogía española” (los diptongos); Rodríguez Castellano: “Aspectos del bable occidental”, coincidiendo en el carácter dialectal de las falas; del mismo modo que a  Lapesa o a Jovellanos, a quien no se le escapa –a pesar de los intentos de institucionalizarlo- esa especie de estatus intermedio entre lengua y fala, en que se quedó el bable (En el documento que recoge el proyecto de Diccionario, lo lama Dialecto, sin más). Al mismo Martinet, al dirigir la citada investigación, no se le ocurrió estar ante la quinta lengua de la Península. Así que, imaginamos a Roland Barthes revolviéndose en su tumba, ante la apología que intelectuales orgánicos o políticos hacen de “la llingua oral…” con “VOCES” que hemos pagado a escote.

   Ello significará millones y millones en ‘políticas’ de educación y comunicación, que ciertamente generarán puestos de trabajo, que naturalmente ocuparán ‘berzales’, prioritariamente. ¡Velaí! A la vez que se quejan del tapeciu: “... que cada hijo de su madre no habla un asturiano ideal, perfecto, limpio, puro y depurao”. ¡Evidentemente, hombre!

Esa necesidad -la de nuestros ‘berzales’-  explica la obsesión de la normalización/institucionalización: “Para que sobreviva, hay que hacer una Ley que OBLIGUE a respetar el asturiano, tanto si gusta como si no”. Lo expresan perfectamente en los datos que tanto les ufanan: "... las generaciones jóvenes que van a construir el futuro de Asturias conocen bien el idioma y lo emplean: el 67,5% considera al asturiano lengua perfectamente válida para cualquier uso, y lo usan indistintamente con los amigos; el 34% lo usa en los medios electrónicos; aunque en contextos 'públicos', el 74% prefiere el español; el 86% apoya su oficialidad en los medios y en la enseñanza como lengua vehicular junto al castellano".
Casi cualquier asturiano lo compararía; el problema radica en que esa no es la prioridad de Asturias. Lo son la inminente despoblación del occidente o qué se fue de la industria de Avilés, de los fondos mineros de los ‘Villas’, mientras Mieres y las cuencas pierden hasta población, y sus Facultades no atinan a pensar que con tanto carbón –sin saber ya que hacer-, el futuro será de grafeno ¿verdad? O el Huerna con peajes y sin descargar la contaminación del Pajares, y la caballa pa’los vascos, el Muselón –puerto sin barcos- esperando a Godot, el acero turco, las lunas marroquís, el aluminio… la lista si que la conocemos bien los asturianos. Entretanto, continúan insistiendo en el monotema identitario-lingüístico en los medios y en la enseñanza: a otros les ha salido bien. Eso piensan… otros más, europeos vocacionales, pensamos que esa escuela de pujoles o jaunak es una concepción reaccionaria por supremacista; exactamente lo contrario de más Unión de Europa –recordando la asturianía que invocaba Madariaga-, o que el nacionalismo asturiano terminará en la aporía de ser más españolista que España…


   Pero tal asunto -el de la lengua que no acabó de ser-, lo que de verdad parece, es un efecto placebo de la situación de una Asturias… acomodada en la melancolía  tras el Pajares. Y seguramente, así es como se la ve desde el otro lado.