Sobre el fondo gris una pequeña gaviota se sostiene
entre el viento, la marea y la línea del horizonte...
difuminada, perdida, entre la melancolía y la lluvia.
Y en el promontorio, hoy, desolado de Vidío,
solitarias cabritillas buscan inútil amparo de esa lluvia repentina,
en ausencia de un triste árbol,
un pequeño diluvio incesante las exhibe a la soledad.
Para T. S. Eliot, Abril era el mes más cruel,
entre el viento, la marea y la línea del horizonte...
difuminada, perdida, entre la melancolía y la lluvia.
Y en el promontorio, hoy, desolado de Vidío,
solitarias cabritillas buscan inútil amparo de esa lluvia repentina,
en ausencia de un triste árbol,
un pequeño diluvio incesante las exhibe a la soledad.
Para T. S. Eliot, Abril era el mes más cruel,
que confunde la memoria y el deseo.
Se preguntaba qué raíces agarran
y qué ramas crecen en la soledad pétrea,
bajo la gris neblina invernal,
donde quizá vuelva a florecer la vida
que... juega al escondite con la llegada de cada otoño.
Ahora -hoy- es la bastedad del tiempo desolado,
y la vida trata inútilmente de ponerse a resguardo.
Después de todo, las cabritillas... sólo eran una metáfora.
Los días de primavera, de El esplendor en la hierba, no vuelven para siempre,
una repentina e inesperada helada es capaz de malograrlos...
Hoy Vidío -mi nombre- está cerca, muy cerca,
de esas Irlandas de The Baste Land...