
(Uno acabará por volverse jacobino: ahíto de modernos, radicales y antisistemas).
Ha treinta años ya,
que el sinsentido desbordado de amor al terruño ya campaba sin freno por la vieja
Iberia, incluidas las Asturias. Entonces, los más sabios de la tribu: Alarcos,
Lapesa, Dámaso Alonso, Bueno, Caro Baroja, Buero Vallejo, Laín Entralgo, Neira… y un buen puñado de doctores y cátedros de la cosa, en documento titulado
La Realidad Lingüística de Asturias, lo pusieron muy claro: en Asturias había
hablas, que no una lengua con la equivalencia necesaria con las tres
peninsulares. Y ello así, por más fervoroso amor que –decíamos- profese al
terruño cada hijo de su madre…
Empero, entre los aledaños y las ambiciones de poder...