Una sí y otra no, te respondo: claro que el dialecto viene del latín: efectivamente Asturias como Galicia fueron rechazadas (el pasado siglo) en una especie de liga celta de países, precisamente por la ausencia de jerigonza "celta"; al punto que es difícil rastrearla, incluso en eso que llaman el sustrato.
Pero también puedo sostener lo del "placebo", el uso del efecto emulación (a los exitosos jelkides vascos y radicales de los països catalans o los galleguistas, incluso) por los radicales del grupito de Academia de la Llingua y adlateres; Carola, porque, aunque no estemos de moda, la experiencia nos dice a "muchos", que ese grupito está usando de las emociones más primarias -y por tanto más ventajistas- para forzar el statu quo a favor de los, hoy, mitos lingüísticos-identitarios de origen, porque han aprendido la maldad de su carácter, asociado a las emociones defensivas y la pertenencia, a lo más primario del espíritu humano, casi del origen o naturaleza (voy a decir primitiva, para no escandalizar).
Y no me queda más remedio que defender a los que nos fuimos: seguramente, desde circunstancias personales diversas, pero con la aspiración común y tan lícita de "buscarnos la vida" más allá de donde no llegaba; para acabar volviendo -según tú- a lo que parece un retiro dorado o dolce far niente. Ahí, en esa dureza con los que apareceríamos casi como desertores, te equivocas mucho. Esos trasterrados -de diferentes condiciones- de aquella época del franquismo, no nos fuimos, precisamente, porque pensáramos que lo de fuera era muy "Guay", la mayoría emigramos buscando las oportunidades que que aquí ya no no había; por cierto, muchos siguiendo la senda tan vaqueira del camino de Madrid, para regresar al cabo, como ellos.
Con todo afecto, Carolina.
0 comentarios:
Publicar un comentario