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01 julio, 2015



EL AGÓN


Una tragedia griega...

Agón en griego antiguo significa disputa y también desafío, pero con un coro, un público, como juez.
Tsipras no debería olvidar que en las reglas clásicas el 'proto-agonistes', sí es el que interviene en primer lugar -el que ahora está iniciando la disputa- pero quien gana, 'el agón', es siempre el que habla en segundo lugar y, en este conflicto, no será Grecia quien tenga la última palabra.
La Unión Europea, club al que Grecia pertenece hace ya 35 años, podría entenderse como una tarea cuyo fin es la construcción de una Europa más armónica, más homogénea, pero en absoluto uniforme. Esa unión tiene que aunar realidades diversas: diferencias históricas, políticas, lingüísticas y económicas. Lo que significa diferentes capacidades o eficiencia, en un modo que nunca acabará de reducirse y que, al cabo, expresa diferencias enriquecedoras para Europa. Significa que dos países pequeños, ambos de tradición navegante milenaria, cono la misma Grecia y Dinamarca, pueden ser tremendamente diferentes: Dinamarca puede virar de socialdemócrata a liberal sin que se mueva una sola ola en el Báltico; mientras que Grecia ha pasado de un gobierno liberal, creciendo al (+)3% y con un superávit primario del (+)1% (lo que quiere decir que ya no necesitaba préstamo del exterior, salvo para la deuda atrasada), a otro de izquierda radical, cuya política provoca el (-)2% de déficit primario.
Escandinavia puede permitirse 'alternar', así, el signo de sus gobiernos: algún 'malvado'  nos recordaría que, para ello, durante muchas décadas han pagado al fisco hasta más del 50% de sus ingresos. Sin embargo ningún hacendista europeo puede ignorar lo que ha estado ocurriendo en Grecia, digamos, en los últimos 35 años. De tal manera que, entendemos que se trata de las preguntas, no de las respuestas:
¿Esa insoportable diferencia de eficiencia económica y fiscal, entre Dinamarca y Grecia, tiene relación con la fijación que arrastran los discípulos de Chantal Mouffe, y que hoy mandan en Grecia, con separar a su gente tras una frontera ideológica, estableciendo un populismo semejante al bolivariano donde, según ellos, prevalecen la justicia, la igualdad, sobre la libertad, y que acaba produciendo una economía, al final, incapaz de producir pasta de dientes o papel higiénico?
 ¿Se está, o se va, a preguntar a los griegos en una situación de democracia deliberativa -Arendt 'dixit'-, o desde una indecente manipulación emocional y mediática?
¿Van a plantear la pregunta a los griegos en los términos económicos, más arriba citados, o en términos políticos como: el apoyo de 'nuestra gente'; Europa -el norte- nos quiere humillar;  la troika ampara que los especuladores arruinen Grecia?
¿No será un juego de envite -la maledicencia afirma que Varoufakis está usando la Teoría de juegos-, donde sin conocer de antemano costes y beneficios, se busca la elección, la interacción, óptima de las posibilidades, sin un plan B?
Al cabo, son preguntas que versan sobre el fundamental problema económico de los  griegos, pero que sus actuales gobernantes tratan de travestir de problemas políticos -eludiendo así sus responsabilidades en el cambio de signo, antes citado, de la economía griega. Lo hacen  en su casa y, si les dejan, en la de los vecinos. El amigo Sancho lo llamaría: un viaje sin alforjas.
Nos produce una sensación invertida de 'déjà vu', de lo que va a acontecer aquí, al menos. de lo que "algunos" tratan de aprender y trasladar al ruedo ibérico. Es como si observaran la representación griega para traérnosla de estreno la próxima temporada.
Nos parecen unos guionistas tan sumamente deshonestos que... no compraremos la entrada.


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