"Españoles, Franco ha muerto".
La cara compungida de Arias Navarro balbucía desde una pantalla más gris que nunca, transmitiendo aquella información que durante todo ese tiempo se replicó hasta lo que nos parecía inimaginable, impensable. Esa réplica acabó convirtiéndose en algo así como el 'meme' del final del franquismo. De todo el carrusel de imágenes de aquellos tres días que conmovieron España, fue la imagen, que más acabó comunicando, que más asociada quedó a aquel final.
Acabo de releer toda una serie de comentarios de personas de toda laya sobre aquel momento liminar, y expresan sentimientos, o emociones, bastante parecidos: 'A las 4,58 de la madrugada del 20-N', terminaba de ocurrir lo que estaba acabando de parecernos casi un imposible y que, ya desde los primeros momentos, nos producía aquella sensación extraña, de irrealidad. Había ocurrido, al fin, pero nos resultaba difícil acabar de creérnoslo y pasar la página: quedábamos un instante como alelados -literalmente-, antes de reemprender la vorágine, con la precaución de algún disimulo o, quizá, pensando ya en dejarlos definitivamente a un lado.
Así, nos encontramos con aquel tiempo nuevo de "soledades en la madrugada", "asignaturas pendientes" o "desencantos". Poco después, Tierno acabó haciéndonos olvidar a ´la Casta', yéndose de verbena con ´la Susana', aquella asturiana tan... espontánea. Pero aún no sabíamos si aquellos nubarrones tan negros se iban o... venían; después de todo, los espadones hacen el mismo ruido al entrar que al salir de la vaina. Era una inseguridad... ¡tan densa!
Qué cosa tan curiosa son los recuerdos: por ejemplo Felipe González, lo que recuerda muy bien de aquellos tiempos es la preocupación de Santiago Carrillo, de si moría Franco: "... que me presento en Barajas, coño". A lo que el astuto sevillano replicaba: "...tranquilo, que tardarás en llegar, cuando se muera" ¿Por qué lo tendría tan claro Felipe?
Fraga Iribarne llegó apresuradamente de Londres el 18, vio al dictador, por última vez, entre una maraña de heces y tubos hemorrágicos, y se cuidó de prevenir revueltas, o disturbios, en la calle 'suya'.
Juan Luis Cebrián, periodista soñando 'Países', no cree que fuera el miedo lo que hizo retrasar la noticia un día, sino el intento de reunirla con el otro mito fundacional del 20-N, que esperaba en Cuelgamuros.
Emilio Martínez Lazaro, de la fábrica del cine, expresa el sentimiento extendido, tan del mundo de la cultura, de rabia y frustración porque hubiera muerto apaciblemente y, de viejecito, en la cama.
Ese era, aquel día, un país que aún iba de lo bárbaro a lo pintoresco, y, ese día, empezamos a enterrar aquel país: Celtiberia Show, que le decía Carandell. ¡Quién coño son, o qué se creen, cuatro pringaos que ahora nos quieren contar -menos lobos- el cuento de la abuelita!
Cuando entré aquella mañana en El Café Comercial, todavía, los nubarrones eran realmente muy negros, y los que ya entonces habíamos estudiado políticas, ni siquiera teníamos idea de, si aquel cielo tan negro, se iba o venía.
Aquel día, atendido por un flaco y delgado, clandestino camarada comunista, de entonces, me desayuné, con un lujo -aquellos días- tártaro: con champagne. Lo que son las cosas de ayer a hoy, era un pobre benjamín de cava Codorniu. Pero aquel día, hace casi cuarenta años, no estábamos para pensar que lo cerrarían un día como hoy: el Comercial era una fiesta. De promesas de futuro, las que ahora seguiremos defendiendo: la transición, el consenso, la libertad, es decir, todo eso que recoge la constitución democrática -nada bolivariana- del 78. La hija de la tataranieta de la 'Pepa'.
¿Qué es eso que va pidiendo 'el Garzonillo', cuando una y otra vez le dan calabazas unos parvenus, cuando todo pretendiente debe de saber que, a más insistencia en el ruego: más calabazas? Por aquellos tiempos -hace, casi cuarenta años- no nos lo hubiéramos podido creer. Pero anoche, me volví a tomar un benjamín.
* Este artículo fue colgado anteanoche, pero los diablillos de la informática lo secuestraron (usando del verbo de los tiempos que evoca), por lo que nos disculpamos con quienes lo hayan podido echar de menos. Sí, después, ha quedado un poco cambiado.
Emilio Martínez Lazaro, de la fábrica del cine, expresa el sentimiento extendido, tan del mundo de la cultura, de rabia y frustración porque hubiera muerto apaciblemente y, de viejecito, en la cama.
Ese era, aquel día, un país que aún iba de lo bárbaro a lo pintoresco, y, ese día, empezamos a enterrar aquel país: Celtiberia Show, que le decía Carandell. ¡Quién coño son, o qué se creen, cuatro pringaos que ahora nos quieren contar -menos lobos- el cuento de la abuelita!
Cuando entré aquella mañana en El Café Comercial, todavía, los nubarrones eran realmente muy negros, y los que ya entonces habíamos estudiado políticas, ni siquiera teníamos idea de, si aquel cielo tan negro, se iba o venía.
Aquel día, atendido por un flaco y delgado, clandestino camarada comunista, de entonces, me desayuné, con un lujo -aquellos días- tártaro: con champagne. Lo que son las cosas de ayer a hoy, era un pobre benjamín de cava Codorniu. Pero aquel día, hace casi cuarenta años, no estábamos para pensar que lo cerrarían un día como hoy: el Comercial era una fiesta. De promesas de futuro, las que ahora seguiremos defendiendo: la transición, el consenso, la libertad, es decir, todo eso que recoge la constitución democrática -nada bolivariana- del 78. La hija de la tataranieta de la 'Pepa'.
¿Qué es eso que va pidiendo 'el Garzonillo', cuando una y otra vez le dan calabazas unos parvenus, cuando todo pretendiente debe de saber que, a más insistencia en el ruego: más calabazas? Por aquellos tiempos -hace, casi cuarenta años- no nos lo hubiéramos podido creer. Pero anoche, me volví a tomar un benjamín.
* Este artículo fue colgado anteanoche, pero los diablillos de la informática lo secuestraron (usando del verbo de los tiempos que evoca), por lo que nos disculpamos con quienes lo hayan podido echar de menos. Sí, después, ha quedado un poco cambiado.
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