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29 abril, 2018



DESMONTANDO A GRAMSCI -1-



 -un siglo más tarde-…



En este Blog, el pasado año 2016, en dos artículos referidos al pensamiento de Gustavo Bueno y otros tales, recordamos que a lo largo de su andadura intelectual y política, el bueno de Don Gustavo, dio en formular el materialismo filosófico, en la intención de superar un defecto persistente, asociado al continuado fallo en los intentos de construir –en el mundo realmente existente- la  sociedad comunista. Bueno entendía que tal defecto, sumaba a otros errores originales, el –fundamental- formulado canónicamente por ‘el papaíto Iósif’ en el DIAMAT, lo cual en realidad, constituía un artefacto rígido, pretendidamente científico y -como obra del Gran Poder- no expuesto a crítica o modificación en sus líneas maestras. Ello, naturalmente, constituía una violación flagrante de la esencia misma del concepto Dialéctica. Y tuvo consecuencias.
Uno de los coetáneos de Iósif Stalin, y que se las tuvo que ver, cárcel incluida, con otro Gran Poder de signo contrario, en Italia: fue Antonio Gramsci. Buen meridional, de pensamiento ágil, ya entrevió los problemas que la formulación, y peor aplicación, rígida, del marxismo-leninismo, plantearía en la Europa suroccidental. De manera que postuló, que lo dialécticamente revolucionario, en las condiciones dadas, en esa Italia, era adaptarse a ellas.
Así, que Gramsci trató de aggionar la obra de Lenin. Sólo había transcurrido una década, pero fuera el tiempo, fuera la distancia, fue consciente de la necesidad de evolucionar, de adaptarla… A pesar de lo cual se mantiene, entrambos, un hilo conductor básico, como el concepto de ‘Hegemonía’, al que confiere el mayor valor en la teoría o filosofía de la historia.
 Es esa idea, Gramsci pretende reunir – en interacción- la teoría y la práctica, siguiendo las tesis sobre la Filosofía alemana de Feuerbach, de Marx-Engels; en la intención (1) de superar –en una realidad nueva de sociedad comunista- las contradicciones filosóficas y de clase… lo que no sería posible sin salir del plano meramente especulativo (teórico). Gramsci, como Marx y Engels, entiende que el proletariado (2) ha de alcanzar en la práctica de la realidad social, lo que en filosofía no dejaría de ser especulativo. Pero tal declaración de intenciones –las de superar-, carece de algún valor performativo: en la realidad, nunca se ha alcanzado el cambio revolucionario de la estructura de una sociedad dividida en clases antagónicas, como atestigua toda una cadena de fracasos. Claro que ha habido infinidad de cambios sociales pero, dialécticamente, nunca se acabó de superar aquellas contradicciones sociales: más bien, el transcurrir de las sociedades ha agudizado su naturaleza  proteica, líquida…
Esas contradicciones  nunca han acabado de desaparecer… se han mutado y multiplicado. Así, que es preciso reconocer que si no estaban equivocados, como poco, Marx, Engels, Lenin y Gramsci no acertaron. Sólo hay que echar una mirada a la historia y al mundo entorno. Seguramente analizaron bien algunos problemas o síntomas negativos –y hasta muy negativos- en el devenir de las sociedades, pero se equivocaron en gran medida en la evolución y, sobre todo, en las propuestas o aplicación de los remedios. Y, lo peor, a pesar de su pretendida afición a la dialéctica, siguen –sus émulos- incapaces de cambiar de estrategia. En suma, y sin perder de vista el pensamiento Bueno: el gran desastre de la aparición del totalitarismo en los regímenes comunistas -realmente existentes- fue propiciado, a pesar de la declaración de fe en la Dialéctica, por la consideración de axiomas científicos, de lo que eran proposiciones, sin validar o falsear, y, que dogmáticamente impidieron se realizase la intención performativa de superar por la vía revolucionaria las contradicciones sociales. La famosa vuelta de calcetín a Hegel, no iba a conseguir que los cambios en las estructuras económicas y sociales modificaran la estructura formal de las ideas: Bauman o Beck –marxistas de jóvenes- o Richard Sennett –pragmatismo norteamericano-, lo explican por el libro.
En conclusión: “PENSAR, AL CONTRARIO QUE HEGEL, QUE  NO ES EL ‘ESPÍRITU OBJETIVO’ QUIEN DETERMINA LAS FORMAS DEL MUNDO MATERIAL, SINO ÉSTE QUIEN ACABA FORMULANDO EL PENSAMIENTO; NO ALCANZA A CONSEGUIR QUE UNA IDEA MARXISTA CAMBIE LAS RELACIONES DEL MUNDO MATERIAL… PORQUE TAL MODO DE  PROCEDER, NO DEJA DE SER IDEALMENTE HEGELIANO”.
Así que está serie del Blog se dedicará a explayar el hoy envejecido pensamiento de Antonio Gramsci, que ahora algunos tratan de desempolvar como nuevo bálsamo de Fierabrás o curalotodo ideológico de última generación.


(1)    Pero a pesar de esa intención dialéctica, de que el proletariado supere por la vía revolucionaria las contradicciones sociales, se acaba por volver al NO SUPERADO intento inicial del marxismo, de darle la vuelta al famoso calcetín IDEAL de Hegel. Siguen en el mismo lado de ese calcetín, porque esa intención, en la práctica, no ha dejado de resistir la aparición de tal sociedad… IDEAL.
(2)  “Proletariado”, no es un concepto original del marxismo, a pesar de que se atribuya a Marx la formulación -la idea actual- de las clases sociales. En realidad,  aparece con Servio Tulio, rey de Roma en el sg. VI a.c., autor de la división de las cinco clases de ciudadanía romana, de las que excluía a los proletarius. Es en el ‘18 de Brumario de Luis Bonaparte', donde Marx cita el lumpemproletariado, cosa distinta, formando parte de las 'sociedades', al margen o por debajo, de la burguesía y la clase obrera, con las que, de hecho, podría tener intereses encontrados.







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