Algunas personas geniales, que se llamaban Adorno, Arendt o Benjamin entendieron que la doctrinas sociopolíticas del siglo anterior estaban cada vez más demodés. Lo digo, porque esas personas, precisamente, son diputadas como extremadamente perspicaces... en asuntos de política, arte, modas o filosofía social; pero es que además comparten otra condición: los marxistas o los anarquistas canónicos los tienen por heterodoxos: Adorno era muy consciente de que su desconfianza o Teoría crítica, respecto a que la economía social era como una bicicleta -con vida propia-, en la que no había manera de parar de dar pedales, para 'corregir' lo contradictorio o lo disfuncional, porque se caería; de modo que... sería considerada como una especie de marxismo "conservador".
Arendt, buena conocedora de la filosofía marxista -y aun de otras-, sin embargo, fue definida como demócrata radical, incluso se afirmó (Su biógrafa) su vigorosa imagen de "conservadurismo revolucionario". Le espantaba la banalidad del mal, esencia del totalitarismo: Su ideal era la libre comunicación de proyectos por parte de individuos, en un espacio público donde el poder se divide entre iguales con libertad de acción. Sentía que los totalitarismos han acosado a las revoluciones como la muerte a la vida.
Benjamin tuvo el destino más triste de los tres, pese a los esfuerzos de Adorno por atraerlo a Nueva York, resultó tristemente atrapado entre Hitler y Franco -literalmente-, una triste madrugada de Portbou; donde un "ángel de la historia", como salido de un cuadro de Klee, con el rostro vuelto hacia el pasado, se precipitaba hacia un destino -1940-, en el que se superponian ruina sobre ruina, la historia de los humanos. Benjamin sintió que ese ángel era el progreso, incapaz de plegar sus alas, vueltas por el viento de esa historia, mientras la tempestad le lleva al futuro (Tesis 9 de Filosofía de la historia).
Benjamin, al cabo, escribió que "sin la lucha de clases por las cosas ásperas y materiales, no existen las finas o espirituales. Estas últimas son como el botín del vencedor en esa lucha".
Así que este 'pobrecito escribidor' ya ha visto demasiadas páginas de este libro de la vida, para enmendar la plana a los ilustres citados. ¿De derechas... ?
Arendt, buena conocedora de la filosofía marxista -y aun de otras-, sin embargo, fue definida como demócrata radical, incluso se afirmó (Su biógrafa) su vigorosa imagen de "conservadurismo revolucionario". Le espantaba la banalidad del mal, esencia del totalitarismo: Su ideal era la libre comunicación de proyectos por parte de individuos, en un espacio público donde el poder se divide entre iguales con libertad de acción. Sentía que los totalitarismos han acosado a las revoluciones como la muerte a la vida.
Benjamin tuvo el destino más triste de los tres, pese a los esfuerzos de Adorno por atraerlo a Nueva York, resultó tristemente atrapado entre Hitler y Franco -literalmente-, una triste madrugada de Portbou; donde un "ángel de la historia", como salido de un cuadro de Klee, con el rostro vuelto hacia el pasado, se precipitaba hacia un destino -1940-, en el que se superponian ruina sobre ruina, la historia de los humanos. Benjamin sintió que ese ángel era el progreso, incapaz de plegar sus alas, vueltas por el viento de esa historia, mientras la tempestad le lleva al futuro (Tesis 9 de Filosofía de la historia).
Benjamin, al cabo, escribió que "sin la lucha de clases por las cosas ásperas y materiales, no existen las finas o espirituales. Estas últimas son como el botín del vencedor en esa lucha".
Así que este 'pobrecito escribidor' ya ha visto demasiadas páginas de este libro de la vida, para enmendar la plana a los ilustres citados. ¿De derechas... ?
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