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31 julio, 2018



"La jornada de EMPEL"...



... o el milagro.

(A mi amigo Suso, gustador de estas historias).


Por los días 6,7 y 8 de diciembre del año de nuestro señor de 1585; en plena 'Guerra de los 80 años' -que enfrentó a media Europa con la otra media, hasta la Paz de Westfalia de 1648; la que alumbraría los estados nación y el fin de la hegemonía española en Europa- ,y en la Isla de Bommel... el Tercio Viejo de Zamora, poco más de cuatro mil efectivos al mando del Maese de campo Francisco Arias de Bobadilla, se enfrentó al cerco de una escuadra de diez navíos, de los Países Bajos rebeldes, mandada por el almirante Filips de Hohenlohe-Neuenstein (alias Holak).
En la situación de bloqueo de los españoles, escasos de víveres y bastimentos, y expuestos a la inundación de su campamento desde los diques: Hohenlohe propuso una rendición honrosa, pero Bobadilla, mientras pide ayuda a Farnesio en Bruselas, responde: -"Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos"-, y decide combatir a la desesperada, en lo que queda del montículo y castillo de Empel. Esa noche del día 7 se desató una inusual tormenta que heló las aguas del Mosa, lo que propició el ataque sorpresa español en la amanecida del 'día de la Inmaculada' -para los creyentes-, que acabó en la destrucción o incendio de toda la flota enemiga. Ese día, mientras españoles, y no pocos italianos, aclamaban como su patrona a la Inmaculada Concepción, el Almirante Hohenlohe manifestaba: "Tal parece que dios es español, ante tan gran milagro". (Una tabla de esa imagen, había sido encontrada -al parecer- mientras excavaban las trincheras, interpretando así su intercesión en el desenlace).
Pero Empel no fue un hecho fortuito o aislado, aun con desenlace contrario, comparte con el final de Alatriste (la imagen última de la película), un sentido excesivo del heroísmo, del mismo modo que con medio-hombre, Blas de Lezo -menuda tunda a Vernon en la jornada de Cartagena de allá, mucho más notable que la que nos 'los casacones' propinaron en Trafalgar-: con Churruca que sale -de Cádiz- a sotavento contra Nelson, para que los Gabachos que comandaban, no digan; con don Juan Martín, qué importaría la pecina, si gastaba más lustre que el mismísimo rey Narizotas; y también con, por qué no, Moscardó o la guaja Aída de la Fuente. No, no nos hace falta remontarnos al pastor lusitano, ni al mítico Pelayo, ni siquiera a Cortés, Pizarro o Lepanto. No, no tenemos por qué echar pie atrás, ni ante hijos de la Gran Bretaña ni Gabacho alguno.
Por eso uno, a veces, siente tanta pena con las guerras de la banderita. Lleve el trapo el último color que lleve -el morao republicano o no-: lo es, de una cadena histórica que nos enlaza, mira tú, con todos los mentados... y aún algos, que diría Quijano, Don Alonso.
Claro -hay que reconocerlo-, que uno siente envidia sana contemplando a los gabachos en La Marsellesa del Campo de Marte el 14 de Julio a la anochecida. Hacen bien. Pero, callémoslo o no, sí sabemos que el cainismo es lo que marcó la diferencia en nuestra Historia. Todas las naciones que cuentan tuvieron sus episodios de guerra civil, al menos, a la entrada de la modernidad: el rey de Francia y el de Inglaterra llegaron a perder la cabeza en el envite; eso, sin hablar del Zar de todas las Rusias y familia en pleno. Pero lo que nos importa aquí -y quizá por ser la nación, entre esas que cuentan, la más invadida de Europa, además del rompeolas de los pueblos de Europa al norte y el Mediterráneo al sur-, es... ese cainismo que no cesa. Como si el país no acabara de ser pobre, no del todo aún: en cultura, en instituciones, en ciencia, en... confianza en sí mismo; sólo hace falta una mirada por encima de los Pirineos.
Tal cainismo... sigue patente, cebando el rencor, el resentimiento o la taifa: es el de alguien a quien ha menguado tanto la camisa, que no se sostienen las costuras... sigue vivo en la insidia entre el señoritismo rancio y el populismo nuevo, a cual más estéril... sigue latiendo, ayer en el Norte, hoy allende el Ebro o mañana no se sabe en cual Vistalegre. Todavía... sigue en el gerracivilismo, aunque camine ya para más de un siglo de viejo.
Pues -aun capaces, ayer del heroísmo y hoy de la excelencia-, cien años después de algunas centurias, seguimos invertebrados y aspirando, como mucho, como mucho, a la conllevanza.
Ortega dixit...






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