No hay turismo que lo evite. Especialmente el de la trapallada (Cousa mal feita, sen coidado nin arte), el de bocata y poyo o último escalón.
Establecido que todo el mundo tiene derecho a todo, a la vista de las consecuencias de ese principio general, se hubo de admitir la necesidad de la regulación, pues; en la intención de evitar que todos en/por el mismo sitio, no puede ser. Y para acabar de arreglarlo, llega el señor Draghi y nos dice que estamos quedando en cuadro, que hace falta..., no, que es imprescindible enchufarle €uros, o sea, tecnología a la economía europea; que tatar de seguir ganándolos en la puerta, el bajo o la bodega de la casa de los abuelos, que no va a seguir siendo posible, y que pagando sueldos más o menos bajos, algún mes del año y el resto -para sostener el tinglado- que los pague el paro (por cierto, que sale de nuestros impuestos o descontando de otras prestaciones), pues que tampoco va a ser posible.
Las economías que no lo entiendan, no sobrevivirán; bueno, al menos, no como hasta ahora: cambiarán o caerán en manos de algún "foriatu" que si lo entienda. Entonces, el Cudillero del que se les llena la boca y las RRSS, acabará de desaparecer. Y será una variante más "moderna" de Magaluf, pero distinta -será propiedad y beneficiará a... otras gentes; de afuera, quiero decir (Se entiende que es lícito, pero lo sería más, discutido en un programa electoral)-.
Esa es la enorme irresponsabilidad del tuerto que va llevando el ronzal de la burra con un montón de ciegos detrás. Ya, ya sé que no lo entienden, o será que lo que ahora no quieren, o no les conviene, es... entenderlo.
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