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14 noviembre, 2015



PARÍS...


¡Qué cerca del corazón!

Con frecuencia se atribuye  a Rousseau: el aforismo de "El hombre, un lobo para  el hombre". Un click, basta para saber que fue de Plauto de quien lo tomó Hobbes. 'La Ilustración' abrió la veda: No nos había creado ningún 'ente', salido de alguna leyenda del medio oriente... No. Lo que ocurrió fue que allí comenzamos la andadura, allí comenzó todo -incluidos los mitos- hace algo más de 10.000 años, allí comenzamos a ser algo más que naturaleza o que una especie cazadora-recolectora. Se llamó el "Neolítico" -a ese proceso-, y comenzamos a acumular lo que ahora se llama tecnología, hasta transformarnos en otra cosa: por un lado naturaleza, o sea, un animal, y, por el otro cultura o acervo de conocimientos y técnicas. No vinimos como un paquete acabado y con marca de fabrica, somos un producto de la evolución de la vida, de la materia viva, iguales que el resto de la naturaleza. Así que no somos ni más, ni menos, que esa doble naturaleza.
A propósito de tal naturaleza, sí fue J. J. Rouseau quien abrió la polémica en los tiempos modernos o de 'la Ilustración', responsabilizando al proceso de civilización* -las ciencias, las artes, la cultura, en suma- del abandono, de la pérdida, de la bondad natural o estado de naturaleza. Pero esa hipótesis chocaba de frente con la idea, entonces dominante, encarnada por Thomas Hobbes, que personificaba en 'Leviatan' -el poder coercitivo del Estado- la condición de posibilidad necesaria para poder convivir unos con otros, En (la) sociedad.
En realidad, esas dos posturas enfrentadas, serían los los dos extremos del arco en el que se sitúan las repuestas a las famosas tres preguntas 'prometeicas' (quienes, qué somos, y de dónde...). La de Rosseau fue expresada de modo muy eficiente por Henry D. Thoreau, el naturalista que consiguió sobrevivir en la naturaleza -en los bosques de Walden, Massachusetts- por sus propios medios y aislado de la sociedad. Pero fue un experimento excepcional, como pone de relieve el otro intento, casi en la misma época, del Nobel de literatura noruego Knut Hamsun, que encarnó al artista famélico, e irreductible, hasta la angustia existencial del iluminado; viviendo unicamente para escribir entre el hambre y la soledad extremos.
La otra naturaleza, la de "en sociedad", la única posible en un mundo camino de OCHO MIL MILLONES de bocas, es a su vez sujeto de otra polémica: si ha de pesar mas la libertad individual, o la sociedad planificada como construcción de la voluntad humana. Pero esa es otra historia, será el tiempo líquido de Bauman o la sociedad del riesgo de Beck, pero no será regresar a un mundo perdido en la violencia o el fanatismo religioso. Probablemente Hobbes -con su estaca- derrote a Rousseau, por un tiempo, y vivamos las sociedades holísticas, tan poco caras en el mundo 'liberal' de Popper-Hayek; pero, en todo caso, el sentido de la LIBERTAD, seguirá siendo el alma de Occidente y sobrevivirá a la barbarie, la horda, y al fanatismo, consustanciales con la violencia.
La civilización occidental no puede no querer ver, que el Islam como civilización quedó bloqueado a principios del siglo XIV; podremos soportar a los multiculturalistas o a la emigración masiva, pero no dejará de ser una realidad, ya permanente, el dominio absoluto del núcleo totalitario-religioso en el Islam: Al-Kindi y Al-Farawi, dejaron el testigo... a finales de IX, y Al-Gazali abandona la Filosofía que el Islam ya no tolera -dándose al esencialismo místico del sufismo-, en el XII. Avicena y Averroes -entretanto- sobreviven ocultando su más que probable agnosticismo y práctica de las ciencias, ejerciendo la medicina. Y eso fue todo. Desde entonces, se mueven en círculo, encerrados en su propio pensamiento. La bomba demográfica, de la que son conscientes, con las bombas del petróleo, hacen a su resentimiento, y su frustración, cada vez más peligrosos para la civilización occidental. Si Europa quiere ser tierra de acogida de gentes que buscan sobrevivir -mejor que en sus países-, esas gentes tienen que respetar los valores, la cultura europea, sin tratar de sustituirlos por los de sus países de origen, Fueran más funcionales, o no lo fueran. Y las creencias, además del modelo de sociedad, son precisamente uno de esos valores...

JE SUIS AUSSI PARÍS...


* Adorno sitúa el inicio de ese proceso -la Ilustración- en las formas de la astucia de Odiseo. Aunque probablemente se inició con la chispa que Prometeo robó a los dioses, y que iluminó la mente de los humanos,  emancipándolos de la naturaleza, al menos, de ser sólo naturaleza, o dándoles una segunda naturaleza. Lo cual no deja ser otro mito, como el de haber sido creados a imagen y semejanza de otro Prometeo.  Ambos sirvieron para que 'entendiesen' los primeros hombres. Que eso son los mitos (De origen).



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