Y
alcanzaron la Hegemonía.
... y a construir algo que
quería ser socialismo
científico. Pero en la realidad, 'la cosa' se comportó como un constructo
que se caía, degeneraba, antes de una generación. Las revoluciones, aquí y
allá, invocaban el reclamo de ese socialismo -científico o no-, para acabar
decayendo: En Camboya, en Cuba, en Corea, en la madre de todas... las Rusias.
La única con entidad -y mucha-, sobrevive en China; pero no queda claro si es
China la que la sobrevive, si es la inercia de la tradición china, más bien, la
que ha sobrevivido a la 'revolución cultural', para acabar en una gestión
capitalista de la economía social, aunque de vez en cuando haya que descabezar
a unos pocos millonarios -que se pasan-, en una sociedad con muchos millones de
pobres... aún.
Cien
años dan alguna perspectiva: en el siglo de XIX, desde sociedades en buena
parte feudales y semi rurales, se desarrolló el primer capitalismo, sin normas
previas, casi espontáneamente. Lo natural era el liberalismo económico: dejar
hacer... Sin embargo, ya desde 'las Internacionales' del citado siglo,
aparece la reacción a los excesos: primero, la lucha de clases, y, después, la mediación o necesidad de 'regularlo' de una manera u otra.
Una de esas
respuestas (1) –tras la inicial de los soviets-, cercana en nuestro espacio
mediterráneo, fue la Antonio Gramsci: sus textos expresan el
proyecto de imponer una visión ideológica, mediante una forma de
conocimiento: la filosofía, que transforme la política -la dirección del estado-. Sin
embargo, el pionero Lenin había puesto el acento en dominar -dirigir- las relaciones -alianzas- del proletariado
con las otras clases sociales, de manera que no dudó en subirse al carro de la
revolución burguesa si le acercaba a sus objetivos.
Los
matices entre 'dictadura' y 'hegemonía' estriban en que Gramsci buscaba, en esa
conquista de las alianzas, una base social que sostuviera el poder del Estado
proletario. Seguramente respondía a la táctica necesaria que oponer al Estado
corporativo fascista de Mussolini. Pero, en trance de asaltar y ocupar el
poder, Lenin, busca dominar las alianzas para o ya, en ese poder. En
conclusión, alcanzar la Hegemonía era la estrategia de ambos, pero mientras
Gramsci emplea la táctica desde una improbable relación de poder; la de Lenin
tiene el poder -al que llamó dictadura del proletariado- al alcance de la mano.
Esos cien
años más tarde, los resultados son que la ‘Hegemonía‘ de Lenin mantuvo la
conquista y dirección del estado cerca de tres cuartos de siglo, dominó las
políticas de medio mundo y alcanzó tal desarrollo científico –perfectamente
descrito en el relato disidente de Vasili Grossman (2), acreditando el
mundo de la Academia de Ciencias de la URSS, y tan bien conocido por Stalin-, que
mantuvo esa hegemonía hasta la conclusión del mundo bipolar en 1989. Sin
embargo en el Sur europeo de Gramsci y en Occidente, la Hegemonía que se
mantuvo mutatis mutandis,
fue la del sistema capitalista: las previsiones del socialismo científico, del
DIAMAT (3), fueron fracasando una tras otra, incapaces de responder a los
desafíos de la evolución de las sociedades y… a la pujanza, a la competitividad
económica del sistema capitalista.
Seguir la línea del
pensamiento de Antonio Gramsci, seguramente, nos resultará muy útil para
entender esa cadena de fracasos:
La primera
y fundamental crítica –por ejemplo, en los términos (4) muy acertados de G.
Bueno o M. Bunge-, se refiere a la pretensión de "científico y sin
discusión" del Materialismo según Jósif Stalin. Pretensión en
absoluta contradicción con la categoría “dialéctico”, lo cual refiere a
“interactivo y mutable”(5).
La crónica
bien conocida de esos fracasos excusaría
entrar en más detalle, si hoy mismo no estuviera ocurriendo en Occidente, en
nuestro mismo país, una vuelta por la puerta de atrás de esa filosofía, aun camuflada o
emboscada, tras un populismo que viene de la mano de las crisis cíclicas de la
economía y del uso devastador de la interacción de las redes sociales con los
medios de comunicación y el adoctrinamiento de los nacionalismos. Es la nueva
línea Agit-Prop.
Esa línea de
continuidad, decíamos, va desgranando en los Cuadernos el
pensamiento de Gramsci: -
--- La clase dominante ejerce la
hegemonía plasmando su visión, su influencia espiritual o cultural, en la
concepción del mundo de las clases dominadas. Esa concepción del mundo, a
su vez, se reflejará en la acción. (Lo que recuerda la concepción de la
acción y el discurso en H. Arendt).
--- Una clase es hegemónica mientras
mantiene las fuerzas sociales -con su dirección ideológica, política y
cultural- en un bloque social unido. Impidiendo la expresión de las
contradicciones, que en caso contrario producirían una crisis de la ideología
dominante y del grupo en el poder.
-- EL PROBLEMA
DE LA UNIDAD O RELACIÓN IDEOLÓGICA ENTRE LOS DE ARRIBA Y LOS DE ABAJO.
Que había sido mediado históricamente por la religión, en el sistema escolar:
las clases populares dominadas, eran mantenidas así en una posición subalterna,
incapaces de alcanzar el saber crítico de los intelectuales y de las clases
dominantes.
-- La unidad ideológica, pues, sería el
objetivo del marxismo, desde un cambio intelectual, para construir una nueva
cultura y nuevas relaciones políticas. Los neogramscianos como
Mouffe, Laclau o la banda de Somosaguas entienden que mediada la separación de
“los de abajo”, se afirmará la teoría revolucionaria, que viene de afuera,
elaborada por los intelectuales. Proceso colectivo en el que se realizará la
síntesis crítica, dirigida por el Partido.
-- En la realidad –realmente existente- y
según la afirmación de Lenin en Un paso adelante, dos pasos atrás, el Partido se
construye de arriba abajo, con un modelo de centralismo democrático
que debería desembocar en una sociedad unificada, sin oposiciones, pero sujeta
a un adoctrinamiento aceptado.
Empero en
tal concepción de la hegemonía late una visión ideológica que empuja a la
inversión causal: es la superestructura cultural, teórica, intelectual la que
acaba determinando notablemente la estructura material, lo que llevará, desde
Gramsci hasta Althusser, a afirmar radicalmente la ideología anti-economicista (No
es esa realidad material-económica la que determina, por completo, las formas
del pensamiento), y su naturaleza material como práctica productora de sujetos.
La concepción de Althusser, pues, pretendió, desde otra visión
del materialismo histórico, superar el economicismo y el reduccionismo que
atribuyen a la ideología una necesaria connotación de clase.
Estas
líneas serían sólo un mínimo exordio de un dramático y largo relato de la
historia contemporánea de Europa y, finalmente, de nuestro país: su contenido,
curiosamente estuvo en el centro de la discusión del IX congreso de PCE, una de
cuyas facciones –que conocí muy bien- llegó a poner en serios aprietos a la
dirección carrillista y nominalmente eurocomunista, que acabó en la
irrelevancia como casi todo el Partido. Es una
historia, ya cuarenta años vieja. Por lo que no valdría la pena volver sobre
ella… si no fuera que: caídos el Muro, L. Althusser (6) y N. Poulantzas
hace tres décadas, y cuando Georg Lukács, Marta Harnecker, Christine Buci-Glucksmann
o Eric Hobsbawm no parecen una esperanza con futuro: tras la última crisis
cíclica de la estructura capitalista del sistema... un grupo universitario, en
Somosaguas, no precisamente destacado por sus logros, pero trufado de ambición
por conquistar los cielos y
rechazado por los náufragos del comunismo residual, atisbó la posibilidad de
continuar o subirse en marcha a la ola de indignación.
Interesadamente quieren ignorar que el mundo de Lenin o Gramsci ya no existe,
que las recetas de ambos o, peor, las de Trosky, o los anarquistas, que
fracasaron reiteradamente cuando las relaciones de producción o la plusvalía o
la lucha de clases, todavía significaban algo más... a tener en cuenta (Claro
que conservan sentido, pero están desplazadas por otras realidades: Piketty,
dice, no haber leído "El Capital", pero sabe de qué habla... ). Sin
duda la causa, las esperanzas y las motivaciones de muchísima gente que les
apoya es justa. Y, aun, la de bastantes líderes; pero las de su dirección y
buena parte de los responsables, NO. Y NO, porque especialistas en Políticas
-no importa, si más o menos capaces o brillantes- NO PUEDEN NO SABER que su
mensaje y sus comportamientos responden a ambiciones personales, en tanto que
equívocas y sectarias, y NO, A NINGUNA UTOPÍA. Claro que piensan que las
recetas gramscianas de Mouffe o la retórica de Galeano les recaban apoyos
electorales, pero otra más gente sabe, sabemos...
Que las
razones expuestas, explican el fracaso de los intentos de la utopía comunista,
que la humanidad, desde la caverna de Platón, siempre -genéticamente-
perseguirá las luces de alguna otra. Pero las ciencias sociales -las que
equivocó Stalin- las que formulan Beck, Bauman, Stiglitz, Rifkin o, por qué no,
Arsuaga y su idea de dónde venimos... ante el proceloso mundo al que vamos,
requerirán además de justicia social, soluciones tremendamente complejas y
caras e innovadoras. No aquella concepción de la Hegemonía.
(1)
Emulada, en cierto modo y este tiempo, por los 'indignados'.
(2) En
"Vida y destino", Vasili Grossman -disidente, pero comunista-
describe con maestría el brutal desarrollo científico que se produce en la URSS
bajo la férula de Stalin. Pero también, el lado disfuncional de aquella
sociedad.
(3)
Materialismo dialéctico: Especie de filosofía que Stalin trata de imponer de
modo dogmático, sin discusión.
(4) Bueno o
Bunge, sólo son más frecuentes en este Blog -o más filósofos-. Sin embargo
la Teoría crítica de la Dialéctica de la Ilustración (Frankfurt) es un
análisis filosófico, económico y social incontestable del fracaso del
socialismo realmente existente.
(5) La
pretensión de Stalin de consagrar como Ciencia el Materialismo dialéctico que
producía la Academia de Ciencias de la URSS, incluía dos paradigmas o tipos de disciplina,
por así decir: las Ciencias de la naturaleza y las Ciencias sociales. En el
primer ámbito, científicos marxistas como Oparin, Haldane o
Miller formularon una explicación certera -monista- de la vida, la
naturaleza o la física, que continuada por Monod, Ochoa, Crick, Gould y tantos
otros, superaba la concepción espiritualista -dual-, y que hoy
continúa, cosmos adelante, en la cuántica, la relatividad y la biología
evolutiva. Pero el otro palo abarcaba las ciencias de lo más humano: la
sicología, la sociología, la sociobiología; el comportamiento, en suma. En
definitiva, una realidad difícilmente aprehensible o predecible. De manera que
el Materialismo, sobre todo por ese lado, chocó con la contradanza entre el
azar y la necesidad: determinados acontecimientos son absolutamente contables o
predecibles pero otros, no hay Plan quinquenal, soviético o no, que los pueda
determinar: esa impredecibilidad del futuro humano, ocasionó el
desastre sabido. Y las consecuencias de la banalidad del mal (H. Arendt),
particularmente en los regímenes totalitarios, continúan, hoy, en las mafias, los
clanes, los tráficos o las corrupciones inimaginables y más crueles, como
secuelas de un sistema que traería el futuro del socialismo científico. Claro
que las derivadas del capitalismo salvaje, puede que menos visibles en
ocasiones, son igual de punibles; pero la crueldad y la deshumanización que
alcanzan esas mafias, que ha dejado el naufrágio soviético, nos avergüenza a
quienes un día creímos... (En el día de hoy llega la noticia de la salida de la
palabra "comunismo" de la Constitución de Cuba). Son las
consecuencias del terrible error del estalinismo, de confundir la
predecibilidad de un cálculo matemático o una reacción química, con una reacción
o comportamiento humano.
(6) Todavía a finales del siglo XX, y poco antes de su tremendo final personal, Louis Althusser postulaba ("Para leer el Capital") el descubrimiento por Marx, en El Capital, del sistema de conceptos -por tanto teoría científica- que abría lo que podíamos llamar: "el Continente-Historia". Hasta Marx, se entiende, había dos ámbitos del conocimiento: "el Continente-Matemáticas" y "el Continente-Física". Althuser, entendió que la "teoría" de Marx abría al conocimiento científico ese nuevo "Continente-Ciencias Humanas o Historia": Psicoanálisis, Lingüística, Sociología, etc... sólo los militantes de la lucha de clases proletaria, continuaba... agrupándose en organizaciones de lucha de clase económica...
Louis, pretendía "que especialistas intelectuales altamente cultivados no hayan comprendido un libro con la teoría necesaria a sus disciplinas y... por el contrario, los militantes del Movimiento obrero lo hayan comprendido".
*Algo ha fallado, decíamos...*.