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10 abril, 2022



JOSÉ... ¡de nuevo!

"Si algún día venís a la provincia de Asturias, no os vayáis sin echar una ojeada a Rodillero. Es el pueblo más singular y extraño de ella... Confieso que Rodillero no es gentil, pero es sublime, lo cual importa más. Figuraos que camináis por una alta meseta de la costa, pintoresca y amena como el resto del país: desparramados por ella vais encontrando blancos caseríos, medio ocultos entre el follaje de los árboles, y quintas, de cuyas huertas cuelgan en piños sobre el camino las manzanas amarillas sonrosadas: un arroyo cristalino serpea por el medio... "


Hoy, buscando información para un amigo, de pronto, me encuentro las páginas de la -posiblemente- mejor novela marinera de nuestra Literatura; e inmediatamente, casi como un reflejo, ya viejo, vuelvo a pensar igual que cada vez que las he releído: hace falta cuajo, cara dura o mala jeta para pretender que se refieran a lugar alguno de nuestra costa, que no sea Cudillero.
Dejando a un lado el recurso literario de Don Armando -al alterar un fonema: Cudillero/Rodillero- que le permitiera salirse del espacio acotado, para divagar libremente en su composición: con una simple mirada, y sin entrar en mucho detalle, se pueden apreciar los trazos de una imagen inconfundible de nuestro pueblo, veamos, pues:

"... la alta meseta -o rasa costera, cerrada-... por las cimas de algunos montes -desde Gamonedo a Santana- hasta la mancha azul del Océano... El rápido descenso, siguiendo el arroyo hacia un barranco... y en el fondo Rodillero, cortado en forma de hoz, con tramos y revueltas antes de desembocar en el Océano... las casuchas entrambos lados, en la peña, y UNA estrecha calle... y arroyo haciendo eses..., que algunas veces os encontraréis con la montaña por delante, los rumores de la mar detrás de ella y no sabréis por dónde seguir para verla; de nuevo dais con la peña cerrándoos el paso: el mismo arroyo os lo irá diciendo... -entre- las casas colocadas las unas encima de las otras en forma de escalinata,.. Los ruidos del océano se tornan más fuertes, la calle se va ensanchando: aquí tropezáis con una lancha que están carenando, más allá con algunas redes tendidas en el suelo y... Os halláis frente al mar -que- penetra, al subir, engrosando el arroyo...
Para abrigar las embarcaciones: los marineros cuando tornan de la pesca se ven precisados a subir sus lanchas a la rastra hasta ponerlas a seguro".

Sólo cabe concluir, que hace falta todo el oficio, o la maestría, de Don Armando; para describir, con tal precisión, esas impresiones de la bajada por las revueltas de ese barranco, cabe el arroyo, hasta el arenal que comienza el puerto, entre el Contorno y la Garita.
Habrá otros puertos cantábricos que repitan alguno de esos trazos, pero su conjunto retrata irrepetiblemente al Cudillero/Rodillero de JOSÉ.
De manera que, no es posible dar pábulo al lobby aquel: lo sostengan el cronista hooligan -antiguo compañero de estudios-, u otra periodista -aun, sobrevenida aristócrata-: CUDILLERO.

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