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07 julio, 2022



Las PLATAFORMAS... o la nueva/vieja política.

Una buena mañana abres el diario y te encuentras con otra pandemia -esta vez cultural o, más bien... incultural- a las puertas de casa. Eso, si no esta dentro; quiero decir, entre los tuyos, los más cercanos.

La cosa viene a cuento de la moderna obsesión: las falas. Resulta que unos paisanos cabreados de tanto mangoneo y despropósito han montado otra Plataforma; esta vez, contra la Cooficialidad de las falas. Se trata de ciudadanos remisos o renuentes a cambiar, a estas alturas, su forma de expresarse, la forma en que han hablado toda la vida. La cual, en opinión de lingüistas académicos (quiere decirse: no talibanes), frecuentemente, resulta ser un mal castellano. Hasta ahora. 

Entiéndaseme, no quiero decir que hablemos mal, no. Lo que ocurre es que desde que en el siglo XIII, la lengua  de corte, la del poder, es el castellano; la nuestra se hizo ¿Cómo decirlo? Más llariega, más de casa. (No se me ocurrirá decir... una diglosia). De manera que, resultó algo desplazada, con el resultado que: sin Academia -ni, hasta ahora, diccionarios como el de nuestro paisano-, o norma única, fue haciéndose particular y diferente en cada valle, en cada comarca; con lo que ahora los pixuatus -si hiciéramos caso- tendríamos que acabar por aprender a hablar como les de  les cuenques. No sé, no me encuentro diciendo les tetes (me suenan más redondas con las Aes de toda la vida).

La cosa es que que se liaron la manta a la cabeza -los de esa Plataforma-, saliendo en defensa de todos aquellos que carecen de la competencia o la voluntad -que es su derecho negativo- de hablar cuenqués; pero, sobre todo, de no tener la obligación de aprenderlo. 

Y, lo peor: emulando a los nuevos almogávares o berzales -no viene de berza, no: es neoeuskara- pretenden, los nuestros talibanes o mandamases... con el apoyo, al parecer, hasta del Barbonzón: que ese cuenqués sea obligatorio para los opositores, los empleados públicos, para el estudio, para dirigirse a las Administraciones o rotular los negocios. Igualito, igualito que sus primos catanes o vascos; sólo que esos piensan, que en realidad los primos fuimos nosotros, creyéndonos el cuento... y colorín, colorao.

Entretanto, y mientas ese sea el cuento, no se hablará en Asturias del tremendo retroceso comparado con otras Comunidades ni, siquiera, con la media española.

¿Cuenqués? ¡Serán bobos!


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Algún pixuato ha caído en la cuenta de que si el bable normalizado, llamado en plan cursi "asturiano", se hace oficial, la fala puxuata deja de ser lo que es al ser dominada y sustituida por la oficialidá.?

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