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26 septiembre, 2014



Y... VINIERON DEL ESTE

...siempre vinieron del Este. Todas las oleadas de la humanidad vinieron, en origen, de Africa. Ya hace casi 2 Mill. de años, los Homo habilis -otros dicen que ergaster, pero padre e hijo, al cabo- comenzaron a subir por el Nilo y acabaron saliendo de por el puente de Suez -donde hoy está el Canal-. "Out of Africa", lo llaman los profesionales de la cosa, y es la teoría, o la explicación, del origen de la humanidad, hoy generalmente aceptada. Salían camino de Eurasia, y en el Caucaso, según quién, unos tiraban al Este y otros al Oeste (1). Y estos últimos acababan llegando a los Finisterres europeos, como hicieron las oleadas de Cromañones que en el paleolítico entraron en Europa. Es una cronología bien conocida, así que no vale pena insistir, digan lo que digan Andrés Pena, X. Ballester  o J.T. Koch -que tie que haber gente pa'too-.
 Pero como no nos sirven los datos empíricos o similares, que se aportan en la entrevista, del tipo: "palabra de honor que los asturianos están en la cuna..." de no sé que, "ser cretino para negar el celtismo" o "las putas tras los ejércitos vencedores"; aportaremos solamente algunos datos de cronología y genética.
El último máximo glacial (20.000 años b.p.) dejó  practicamente vacías las islas británicas. No quedó ninguna clase de cultura, ni siquiera celta. No se espera encontrar ningún arte rupestre -tipo Altamira o Tito Bustillo- en Southampton. Así que -sobrevivientes perdidos, o no- la población no empieza a recuperarse hasta después de casi 10.000 años, y se hizo con población de aluvión, de cazadores-recolectores, que iba llegando del continente (Se entiende que cuando no había niebla en el Canal) por el norte helado y tras la caza. Es el periodo "Asturiense, Aziliense", de la zona franco-cantábrica, que es donde, con la cuenca mediterranea, se encuentran las culturas anteriores al neolítico. Entonces. ni rastro de los celtas, ni, sobre todo, de una cultura celta.
Lo que sí sabemos, sin necesidad de palabras de honor, es que Bryan Sykes y Cavalli-Sforza, cromosoma en mano, demostraron cómo el gradiente genético (2) se expande, desde arco, por encima del Cáucaso. es decir, el punto de partida. Desde el cual Sykes, define las siete oleadas de salida (Otros, las reagrupan en cuatro) -de las que descendemos todos los europeos-, entre 46.000 años b.p. y el comienzo del neolítico, 13-10.000 años b.p.
Pero no a partir de mitos y ensoñaciones (3), lo hace trabajando a partir de los haplogrupos, definidos por los marcadores genéticos del cromosoma "Y". Lo cual, produce, además, resultados coherentes con la distribución del alelo del grupo sanguíneo "B"(4), por Cavalli-Sforza. Y, por si no estaba bastante claro, el mapeo calca el esquema de evolución-difusión de las lenguas protoindoeuropeas de Mirja Gimbutas: Cada grupo de paisanos traía la su fala.
Fue más tarde, casi 5000 años despues, cuando por sobre el Cáucaso -siempre salimos del Cáucaso, se supone que por ello somos la raza mal llamada caucásica- se extiende la cultura de los Kurganes, a la que llegan las "técnicas" neolíticas desde el vecino creciente fértil, y desde la que saldrán -por las antiguas rutas -los Indoarios hasta la India y los Indoeuropeos hacia Occidente, donde desarrollaron la cultura megalítica que nos dejó Stonehenge o la Cueva de Menga, llenando de megalitos, sobre todo, la orla atlántica. Y ese, es el momento inicial, desde el cual se puede plantear la cultura y las lenguas preceltas. Pero, desde luego, ninguna raza celta.
Así que hace 20.000 años en Irlanda, en Inglaterra y no digamos en las Highlands, lo que había era un enorme bloque de hielo, pero todavía no había Whisky, y por consiguiente no se podía tocar la gaita.




(1) Después de todo, hay que reconocer que no andaba muy equivocado el mito biblico: Sem, Cam y Jafet. Es decir, los que marcharon a Oriente, los que se quedaron en África y los que vinieron a Europa.

(2) Variación de las frecuencias génicas entre poblaciones a lo largo del espacio.

(3) W.B. Yeats, el Pemio Nóbel como poeta: El Crepúsculo celta; como mistagogo es el precursor del celtismo moderno. Gustó del hachís, la mescalina; creía en la frenología, el mesmerismo y hasta en la reencarnación. Era colega de H. P. Blavastky en La Sociedad Teosófica. Fue, quien formuló el mito de aquella vieja, cuyo canto llevaba tras de sí a los jóvenes de todos los pueblos de la vieja Irlanda, y que al parecer, desde el 68, recorre de nuevo con su canto enajenado muchos pueblos del Norte de España. Lo que no se sabe muy bien, es hasta donde es canónico para el nuevo celtismo gallego; como el del prócer Pena Granha o Peña Graña, no sé.

(4) Cavalli-Sforza estudia el gradiente de la difusión de alelos de grupos sanguíneos, tomando como punto centro o de partida el Cáucaso, detectando la anomalía vasco-cantábrica, pero sin dar pábulo a los discípulos de Aranzadi, Arana o Barandiarán. Estaba más cerca de J. Caro Baroja.


1 comentarios:

Asturchale y Chulo dijo...

Me...me...me ha superado usted con eso de que los indoeuropeos fueron los que levantaron Stonehenge y la cueva de la Menga. Como para tomarse un whisky e irse a la cama, vaya.
Por lo demas, no sé a que diablos viene hablar de glaciaciones ni del doce mil antes de Cristo, cuando el grupo celtoitálico, del que después se desgajaron las lenguas celtas por un lado y las italicas por el otro, se separó del "hogar" indoeuropeo hacia el 3500 A.C. y los primeros textos en celta no se documentan hasta bien avanzado el primer milenio A.C... En la Península Ibérica, por si le interesa.

Que sepa que las investigaciones más recientes vuelven a proponer que la difusión de los indoeuropeos vino a raíz de la domesticación del caballo, desarrollada por ellos mismos, y el surgimiento de una cultura guerrera agresiva y expansionista (David W. Anthony, "The Horse, The Wheel and Language"). Y que sepa también, por si le interesa, que John T.Koch, de la Universidad de Gales, lleva unos años defendiendo la tesis de que el celta fraguó durante la etapa del Bronce Atlántico, a raíz de los contactos entre la gente de las Islas Británicas, la costa Atlántica de Francia y (Dios me perdone) el occidente de la Península Ibérica. Sera que al pobre hombre le tenemos abducido los (a)bertzales.

Y si va usted a leer a Blanca María Prósper, que es la mayor experta en lenguas prerromanas de la Península Ibérica, descubrirá que galaicos y astures hablaban una o varias lenguas indoeuropeas, y que en ellos se detectan varios rasgos celtas.

Llegaron después los romanos, llegó el cristianismo, llegaron los árabes. Cambió el idioma y cambió la religión.
Pero en la cultura oral, en las creencias y en las tradiciones religiosas, se pueden detectar bastantes elementos de origen no latino, no cristiano, no árabe. Elementos culturales en Asturias, en Galicia, en León, en el norte de Portugal, claramente similares a otros que se documentan en las fuentes más antiguas de la literatura celta (es decir, irlandesa y galesa). Y la gente en Ibias siguió viviendo en casas redondas de origen castreño, no muy distintas tampoco de las que se extendían por las Islas Británicas durante la Edad del Hierro. Y las ruedas macizas de los carros del país siguieron siendo idénticas a las que se descubren a veces en las turberas irlandesas, conservadas desde hace más de dos mil años. Y siguieron criando sus ponis de paso portante, como en tiempos de Nerón.

Hay bastantes libros, bastante sesudos, sobre el asunto, como el de González-Ruibal por ejemplo. Y antes de escribir un articulillo como este, rezumando soberbia y petulancia, procure usted informarse un poco. Es mala política, en general, ir de sobrao por la vida. Mucho menos cuando lo más reciente que ha leído uno son los venerables estudios de Cavalli-Sforza.

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