Populismo contra democracia.
Francesc Carreras. Catedrático emérito de de la U.A.B. y notable constitucionalista, publica una 'CUARTA PÁGINA' la última semana, donde deja una visión muy alejada de la de Laclau y sus vicarios de Podemos.
En realidad, la diferencia se establece desde el inicio: para Laclau el 'populismo' tiene su origen "...cuando el sistema no atiende una acción de justa reivindicación -lo que lógicamente producirá insatisfacción, indignación-, entonces, se produce una reacción de respuesta : el populismo".
Laclau entiende, además esa discordancia -distancia institucional- entre reivindicación y respuesta, como una especie de relación dialéctica, que haría a la democracia viable y, en alguna medida, populista. Lo que le resulta una especie de garantía para la democracia, al excluir el pensamiento única.
Sin embargo, la visión de Carreras es bien diferente: "...el populismo es una degeneración de la democracia. Si llega a ganar unas elecciones, siempre intentará perpetuarse en el poder, para lo que cambiará las reglas del juego". Es lo que ha hecho históricamente, es un comportamiento de asalto, de apropiación, del poder. Exactamente esa es la idea tras el mantra de 'la caducada Transición política' o la paranoia por superar la Constitución del 78, abriendo un nuevo proceso constituyente.
En uno de los países que pesan en la Unión Europea, sólo desde tal paranoia, se les puede ocurrir intentar semejante cambio, que actuaría como una carga de profundidad en el difícil y largo entramado que se teje en Bruselas. Si las veleidades griegas -el 2%, malamente de la citada UE-. incomodan notablemente, la respuesta a los preparadísimos representantes españoles, preferimos ...no imaginarla. (En realidad, lo que no quiero es imaginar a algún sesudo parlamentario europeo -versado en historia política, claro- embelesado en la contemplación de alguno de nuestros más visibles representantes, y preguntándose:¿de dónde demonios habrán salido otra vez, desde Westfalia siguen sin remedio, es como si quisieran seguir repitiendo sus errores históricos. Vienen aquí, por fin, pero es que van a seguir sin ver, pero es que realmente se pueden creer en el siglo XXI, que esos delirios de fiebre caribeña pueden llevarles a alguna parte?).
Así, que ese populismo no es democrático, porque utilizando la manipulación emocional 'tratará de ocupar el estado, de hacer creer, no que representa al pueblo, sino que es parte del pueblo mismo', después demonizará a otros poderes del estado -le estorban para quedase con todo el poder- y finalmente 'caerá en la tentación del líder único, presentado como la encarnación de las buenas gentes, de los nuestros'. Y utilizando el mecanismo de significación de los opuestos, fuera quedarán los corruptos, la Casta.
Pero, concluye, el constitucionalista; "la democracia tal como la hemos realizado en Occidente, es algo bien distinto, es imperfecta, es lenta, es deliberativa -que diría H. Arendt-, pero no es un todo -totalitaria-, es plural; sus poderes están divididos, se contrapesan y se controlan mutuamente. Su objetivo es que las personas sean libres e iguales en oportunidades. Para el populismo, el Estado, conoce a priori al pueblo y sus necesidades, por lo que no necesita debates ni controles, sencillamente decide sin consultarlo. En conclusión: no son dos formas de gobierno distintas, sino dos formas de Estado opuestas: una, democrática, y la otra no".
De manera que, cuando Laclau concluye: "si la democracia no es perfecta se ha de admitir la realidad del populismo", lo que en realidad está intentando es que el sistema -Troya-, abra las puestas al caballo -el populismo-. Y ese es EL PROGRAMA FINAL DE PODEMOS. Lamentamos -en verdad- que Laclau ya no esté para decirle que el final del mito...ya nos lo sabemos.
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