'...el negocio para quienes lo saben manejar.'
'El pobrecito escribidor', después de glosar, modestamente, ayer, la exitosa "Cuarta pàgina -Gabilondo, dixit-, entiende que don Santos, que es mucho Don Santos, pero nada Banderas, merece acabar el trabajo con algún añadido más.
El referido trazo largo de nuestra historia, viene a durar cerca de dos siglos, en los que se manifiesta como un ritornello, un mecanismo perverso: después de la enésima rebelión militar, viene la secuela en forma de revolución obrera y campesina. El mecanismo es fácil, a un arreón de la derecha: autoritarismo, presión fáctica manu militari; le sigue el arreón de la izquierda manu popular. (Permítase la licencia).
Y finalmente, el mecanismo perverso, que se repitió a lo largo de esos dos siglos, acabó dejando a buena parte del país en tierra baldía.
Para entonces, cuando lo del 98, el presupuesto del Estado, después el pago del servicio de la deuda -más de intereses y renovaciones, que de principal, para que se entienda bien- no alcanzaba ni para sostener una Nación cutre. Literalmente. No se podían dotar los centros escolares, ni de investigación científica, ni la red de hospitales y ambulatorios. Malamente, se dotaban unas fuerzas armadas, en permanente derrota en el exterior y levantamientos en el interior"; pero que contaban con la mayor proporción de oficiales por soldado de Europa.
De pronto, tras la muerte apestosa, por heces hemorrágicas, del último general rebelde, se interrumpió el mecanismo perverso. Y la temida guerrilla urbana o guerra civil de baja intensidad no se produjeron; en su lugar, como un milagro, surgió la palabra, el conjuro mágico: CONSENSO.Y elaboramos, de nuevo, una Constitución -puede que manifiestamente mejorable- que trajo el mejor período de nuestra, merecidamente malhadada, historia desde Isabel y Fernando. Y la tataranieta de 'la Pepa' llegó cargada de Escuelas, Hospitales, Vías de comunicación, Pensiones. Sustantivos a los que en algún caso, incluso, seguía un adjetivo mágico: 'UNIVERSALES'. Nunca, en toda la historia, nos había ocurrido tanto y tan bueno.
Pero eso que nos ocurrió no era, después de todo, tan extraordinario en Europa occidental. Nos recuerda Piketty una leyenda urbana que oíamos en las clases de Economía allá por el 68: desde mediados del siglo XX, un emigrado (bielo)ruso, devenido yankee, que llegó a Nobel; estudió el crecimiento económico y la distribución de la renta, estableciendo que en los "Treinta gloriosos"** se produjo un fuerte crecimiento, ademas de una distribución de la renta mas proporcional, lo que rompía la visión de Ricardo o de Marx, Finalmente la revolución conservadora y la pérdida del miedo, del freno, a la caída del muro, cerraron el ciclo, justo, cuando nosotros acabábamos de iniciar nuestros "Teinta gloriosos": tarde pero nos había llegado el famoso "estado de bienestar".
Pero como en los cuentos de hadas, también nos dimos de bruces con la madre madrastra, la que canta Ana Belén. Entonces llegó la crispación: 'quítate tú, que me pongo yo'. Fueron tiempos para la voracidad de los amigos -Hedge Funds- de Piketty. La tarta del ladrillo, de la Sanidad pública y de las pensiones, subía a más del 20% de P.I.B. O sea, como un cuarto de billón de Euros; era demasiado apetitosa para dejarla en manos de unos pringaos, que a saber de que familia son, o que no habían visto un duro en su vida. Y 'sin que ellos -los Funds- tuvieran nada que ver', mira por donde apareció esta crisis. Y, lo peor, nos trajo el deterioro de nuestro tardío estado de bienestar -velis nolis- keynesiano. 'Es el mercado, so idiotas, nos dicen quienes pretenden protegernos de la devastación en los bienes públicos que ellos mismos han provocado', concluye el bueno y sabio de Don Santos. Ya lo decía Bobby Clinton.
Y lo vamos a sentir, por que en gran medida, tendremos que cotizar cara, una pensión de una compañía privada, de los mentados 'Funds'; y que operarnos en una clínica privada, y buscar un buen colegio privado.
La destrucción desde 2008 de nuestro 'estado de bienestar', fue en gran medida una operación ideológica, porque creen de buena o mala fe, que la iniciativa ´pública' no interesa. Que no tiene interés capitalista. Se entiende que para aquellos 'amigos' de Piketty, que el negocio para quienes lo saben manejar, y que eso es cosa de familia. Realmente así es como piensan. Performativamente.
Las conclusiones son muy evidentes, aunque ahora no ganen muchas simpatías, ante el baño persistente de demagogia cutre y oportunista al que se intenta someter a la audiencia.
Es un comportamiento sectario inaceptable, el que nos haría volver al movimiento pavoroso del péndulo histórico que describíamos al principio. Y, además, porque no puede ser, porque hay modelos 'alternativos´ como el escandinavo, mucho más eficientes que, digamos, el griego.
Hay muchas realidades que mantener y reformar, pero hay que cortar el aventurerismo de 'algunos' para que no lleve al matadero las ilusiones de los ilusos. Sí, probablemente son demasiado ilusos y demasiados ilusos, pero habremos de mantener la lucidez hasta que topen con la realidad del amigo Sancho. Quien lo tenía muy claro: las alforjas bien provistas, y los gigantes son molinos -diga vuesa merced, lo que diga-...amigo Pablo.
* El 'pobrecito escribidor' reconoce la deuda de este trabajillo con el citado artículo del historiador Santos Juliá. Y a lo sumo, se ha permitido glosar algunos aspectos, como facilitaban este el medio y el espacio disponible.
** Los "Treinta gloriosos", se refieren a las tres décadas posteriores a la segunda guerra mundial, que se caracterizaron por un gran crecimiento económico, especialmente en Europa, donde la devastación había sido mayor.
Pero eso que nos ocurrió no era, después de todo, tan extraordinario en Europa occidental. Nos recuerda Piketty una leyenda urbana que oíamos en las clases de Economía allá por el 68: desde mediados del siglo XX, un emigrado (bielo)ruso, devenido yankee, que llegó a Nobel; estudió el crecimiento económico y la distribución de la renta, estableciendo que en los "Treinta gloriosos"** se produjo un fuerte crecimiento, ademas de una distribución de la renta mas proporcional, lo que rompía la visión de Ricardo o de Marx, Finalmente la revolución conservadora y la pérdida del miedo, del freno, a la caída del muro, cerraron el ciclo, justo, cuando nosotros acabábamos de iniciar nuestros "Teinta gloriosos": tarde pero nos había llegado el famoso "estado de bienestar".
Y lo vamos a sentir, por que en gran medida, tendremos que cotizar cara, una pensión de una compañía privada, de los mentados 'Funds'; y que operarnos en una clínica privada, y buscar un buen colegio privado.
La destrucción desde 2008 de nuestro 'estado de bienestar', fue en gran medida una operación ideológica, porque creen de buena o mala fe, que la iniciativa ´pública' no interesa. Que no tiene interés capitalista. Se entiende que para aquellos 'amigos' de Piketty, que el negocio para quienes lo saben manejar, y que eso es cosa de familia. Realmente así es como piensan. Performativamente.
Las conclusiones son muy evidentes, aunque ahora no ganen muchas simpatías, ante el baño persistente de demagogia cutre y oportunista al que se intenta someter a la audiencia.
Es un comportamiento sectario inaceptable, el que nos haría volver al movimiento pavoroso del péndulo histórico que describíamos al principio. Y, además, porque no puede ser, porque hay modelos 'alternativos´ como el escandinavo, mucho más eficientes que, digamos, el griego.
Hay muchas realidades que mantener y reformar, pero hay que cortar el aventurerismo de 'algunos' para que no lleve al matadero las ilusiones de los ilusos. Sí, probablemente son demasiado ilusos y demasiados ilusos, pero habremos de mantener la lucidez hasta que topen con la realidad del amigo Sancho. Quien lo tenía muy claro: las alforjas bien provistas, y los gigantes son molinos -diga vuesa merced, lo que diga-...amigo Pablo.
* El 'pobrecito escribidor' reconoce la deuda de este trabajillo con el citado artículo del historiador Santos Juliá. Y a lo sumo, se ha permitido glosar algunos aspectos, como facilitaban este el medio y el espacio disponible.
** Los "Treinta gloriosos", se refieren a las tres décadas posteriores a la segunda guerra mundial, que se caracterizaron por un gran crecimiento económico, especialmente en Europa, donde la devastación había sido mayor.