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27 enero, 2015



"LA CUARTA PÁGINA". Del diario EL PAÍS. 26 Enero 14.



...la triste hora, según Santos Juliá.  (1)


Comienzan las vísperas del desastre, según Don Santos, con la de la Independencia. Sabe el historiador, sobradamente, lo que afirma: en la década anterior a esa devastadora guerra -sobre todo para nosotros: de las potencias europeas, España es la que peor se recupera, al punto de quedar excluida-, entre otras realidades, la Marina de Guerra de España podía armar unas cuantas docenas de navíos de alto bordo -entre 5 y 10-, después, en tiempos del rey felón, media docena mal pertrechada, si acaso.
La realidad -el pulso- nacional decayó en términos sin parangón en Europa (Esa es la responsabilidad de las clases dirigentes, desde las de entonces, hasta las del 'régimen'). Eso sí, teníamos escuelas de tauromaquia, mientras cerrábamos Universidades, y perdíamos colonias y mercados. No es para estar orgullosos precisamente, así que cerramos ese infausto siglo -guerras dinásticas, leyes sálicas, cambios de régimen y constitución, magnicidios- con un bonito nombre: La Restauración. Pero seguimos sin conseguir mantener la estabilidad del País, hasta el extremo que el súbito mejoramiento de la economía, que trajo la neutralidad en la Gran guerra, no sirvió para parar lo imparable: la última y peor guerra civil.
Este oportuno recordatorio de la realidad del 'amigo Sancho', que relata Don Santos, al menos, nos da perspectiva histórica: en este tiempo y espacio europeo -afortunadamente-, ahora, ya sólo llegaríamos a agravar la conflictividad civil, el enconamiento; solo conseguiríamos dilapidar los mejores logros y energías del país.
Es la ya vieja ecuación de {Reforma +/_ Ruptura}: {Constitución / Revolución}. {Continuidad /Aventurerismo}. {Estabilidad / Inestabilidad}. Pues son términos antagónicos, excluyentes: si sube uno, baja el otro, y viceversa. No resolver esa ecuación o ignorarla, seguramente, explica demasiadas cosas de nuestra historia. De manera, que no queda más remedio que entenderla como un aviso a navegantes. Especialmente en estos tiempos de cantos de sirenas.
En consecuencia, esa ecuación excluye que por avatar político o electoral, quienes llegaren a mandar, la emprendieran con los gigantes, al modo del bueno de Don Alonso. Y que esos gigantes, las grandes proclamas, el asalto al cielo, vender ilusiones, no les dejaran ver como muelen los molinos al diario.

Déjà vu: La Constitución de 1812, El trienio liberal del reinado de Fernando VII, los Moderados y Progresistas y el final del reinado de Isabel II con la Revolución Gloriosa, Cambio dinástico, dos Repúblicas, cinco Magnicidios (5 Jefes del ejecutivo, el Rey se salvó por los pelos); son demasiados intentos, y todos fueron oportunidades pérdidas. Pero además deben de ser un recordatorio, un espejo, en el que debe de mirarse y bien, este país, para no perderse en el callejón del gato.

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...mañana continuará.

















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