(Diario El País 22.02.15)
Aitana fue una especie de arquetipo: era cosmopolita, joven, bella, farandulera y roja; aunque 'nuestras' chicas, nos decían con un mohín, que no muy buena actriz y que tenía poco registro, no dejábamos de pensar, pues, en las uvas verdes de la zorra. Pero fue creciendo y ya no se pudo negar que sí, que tenía registro y una personalidad notable. Su belleza se serenó y adquirió peso -notoriedad, reconocimiento; no más- en su profesión y en la sociedad. En América, incluso. Y como que nunca rompió un plato, a pesar de sus 'protagonistas' o de andar en saraos -políticos- ocasionalmente, fue adquiriendo cierta aura de dama de la escena.
Desde esa respetabilidad, nos acaba de sorprender su diálogo -más que entrevista- con Juan Cruz: El maestro, entra a pie junto, e inquiere por las impresiones -del ascenso de Podemos-: siempre algo subjetivo y personal. Y la admirada, para nuestro pesar, deja algunas respuestas significativas: "...una recuperación también del discurso de izquierdas (aunque suene extraño que digan que no son de izquierdas ni de derechas, porque surgen de la izquierda)". Aitana, piensa en la intención -de ese mensaje- de "englobar a una serie de desencantados de le derecha".
Es difícil, muy difícil, conciliar esas proposiciones, que además confunden los deseos con la realidad .Cómo se va poder recuperar el discurso de izquierdas, englobando desencantados de la derecha. Esa operación, por si sola, expresa todo el oportunismo y la demagogia de algunos en ese intento. ¿Verdaderamente pueden creer que, con esa tropa, pueden cambiar el régimen -que tanto les obsesiona- y la Constitución'78? Y además, que el resto del 80% del país, se lo va a permitir. ¿Es que no han visto las respuestas, incluso fuera del país, al intento de Syriza en Grecia?.
Pero Aitana, más allá de ese diálogo con Cruz, en realidad, es un síntoma. Del cabreo de nuestro tiempo, de la indignación, de la deriva, sobre todo, de Occidente; desde a caída del muro cuando Reagan y Thatcher; entonces el contrapeso se rompió, como Piketty demuestra con cifras (>rentabilidad del capital) incontestables.
En consecuencia, y por acumulación, la última crisis fue alimentando un movimiento antisistema, que como la propia crisis no remite; incluso tiene picos de mayor intensidad. A lo que se añade una preocupante pérdida de perspectiva, que explicaría juicios, no sólo como los de la propia Aitana, sino los de un montón de huérfanos políticos, frecuentes entre los desencantados de las izquierdas. De modo, que el enfado se manifiesta ignorando deliberadamente -por más que se les insista en ello- hechos bastante aceptados, como lo que está ocurriendo en Venezuela -por ejemplo-. Es como si personas, antes avisadas, sufrieran un exasperante ángulo ciego, una respuesta irracional, que les lleva a afirmaciones como: "vamos a dejarles a ver que pasa "-a Podemos; "las cometieron cuando no tenían responsabilidades", Monedero y Errejón; "están orquestados para cargarse a Podemos"; "No es crítica, es manipulación...descorazona a los que hemos seguido toda la vida a un periódico serio y veraz", se entiende que el propio diario el País; "los poderes fácticos...si se toman en serio...cargarse a esta gente ...se la pueden cargar..."
Definitivamente, nuestra otrora admirada protagonista pierde pie, sus afirmaciones finales incluso rozan una paranoia, hoy bastante común entre profesionales cuarentones, sobradamente preparados e incluso 'situados'. Es como si el espíritu reivindicativo, combativo, que fue embridado en los primeros tiempos de la Transición, ahora, alimentado por esta larga crisis y la verborrea oportunista de...digamos los antisistemas, se desbocase...y solo quisiera escuchar sus emociones, la razón de la sinrazón. Pero, no importa cuánto enfado...no se puede desmontar un país y menos contra el 80%, lo que funcione -a su pesar- tiene que seguir funcionando...
Por todo lo cual, no deja de intrigarnos el tenor de sus diálogos, tras el telón, con Don Mario. Esa sí que sería una 'pieza'.
0 comentarios:
Publicar un comentario