3.- Hoy es preciso un alto. Pues, antes de seguir las interioridades del texto de Arendt, convendría alguna reflexión, sobre acontecimientos que al 'escribidor' le superan, ¡'pobrecito'!
Hace alguna semana, un día después de la última Navidad, la vista de dos acontecimientos diametralmente diferentes, nos planteaba interrogantes sobre nuestra naturaleza o condición: un primate, ni siquiera de los más evolucionados, tenía un comportamiento empático, típico de -'con' neuronas espejo-; mientras que un espécimen formalmente humano, nos relataba su habitual comportamiento de alimaña asesina.
La brutalidad de ese contrapunto, decíamos, nos lleva de nuevo a poner en cuestión nuestro origen: primates producto de la evolución natural, ni diseño inteligente, ni gaitas gallegas, u origen sagrado, con derecho a dominio, sobre el resto de la naturaleza.
Ello -la puesta en cuestión- es debido a la enésima escalada originada entre las religiones del libro: los conflictos de baja intensidad o válvulas de escape, que siguieron como réplicas de descarga de tensiones, a la última guerra mundial, además de prosperar en extensión, adquieren una creciente intensidad homicida y una cualidad hasta ahora desconocida. Esa escalada, por momentos, parece generalizar comportamientos que por su naturaleza superarían, incluso, lo excepcional. La forma buscada para carbonizar al -digno- piloto jordano, nos supera, cuando los degollamientos que exhibían su obscenidad asesina, parecían insuperables. No vale la pena buscar más palabras; sí, en cambio, una mirada al paisaje que deja esa escalada: Naciones Unidas informa que los yihadistas venden a pequeños iraquíes, en mercados, como esclavos sexuales, llegando a asesinarlos por crucifixión o enterrándolos vivos. También son utilizados para hacerse explotar o como escudos humanos. ¿Humanos?
Algún politólogo musulmán expresa que "está en juego más que un asunto de seguridad: nuestra religión, nuestros valores" Pues deberían de hacérselo mirar, para decirlo suave. ¿Está en juego o es más bien el origen del problema?
Pero hay más: un imán egipcio sermonea en la mezquita 'al Nur' de Berlín, que las mujeres 'debían' - ni siquiera: 'deberían'- someterse al capricho o requerimientos sexuales de su esposo, pues la mujer no puede impedir que su cuerpo sea utilizado para darle placer a su esposo. (La prédica sigue colgada en Internet). Hay que añadir que la brutalidad del califato atenaza a los países árabes que lo combaten. (Que los inhibe, los vuelve temerosos).
¿Y en occidente? Pues en occidente, USA -no hay que olvidar que el incendio lo exacerbó el niño Bush, haciendo de bombero con una manguera de gasolina fina- rechaza, sin entrar, el plan para intentar salvar al piloto. Y aquí, nuestro Juan Goytisolo, tan lúcido conocedor del Islam, acaba de enredarse sobre la sobreexposición mediática de la violencia, que aparece por doquier; pero desde la Yamaa el Fna, no parece ver nada claro, que será un error -carísimo- confundir esa obscenidad asesina y ese terror enloquecido, con algo más o menos ajeno a las religiones. Cada uno con la suya y dios en la de todos.
Pero hay más: un imán egipcio sermonea en la mezquita 'al Nur' de Berlín, que las mujeres 'debían' - ni siquiera: 'deberían'- someterse al capricho o requerimientos sexuales de su esposo, pues la mujer no puede impedir que su cuerpo sea utilizado para darle placer a su esposo. (La prédica sigue colgada en Internet). Hay que añadir que la brutalidad del califato atenaza a los países árabes que lo combaten. (Que los inhibe, los vuelve temerosos).
¿Y en occidente? Pues en occidente, USA -no hay que olvidar que el incendio lo exacerbó el niño Bush, haciendo de bombero con una manguera de gasolina fina- rechaza, sin entrar, el plan para intentar salvar al piloto. Y aquí, nuestro Juan Goytisolo, tan lúcido conocedor del Islam, acaba de enredarse sobre la sobreexposición mediática de la violencia, que aparece por doquier; pero desde la Yamaa el Fna, no parece ver nada claro, que será un error -carísimo- confundir esa obscenidad asesina y ese terror enloquecido, con algo más o menos ajeno a las religiones. Cada uno con la suya y dios en la de todos.
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