La curiosidad popular siempre sintió una raro interés por el parecido entre padres e hijos. De hecho, algunos hijos, lo han sentido como una losa: ser hijo de una genialidad o de un campeón, era y es mal negocio. Aunque te llames Montserrat o Johan, es difícil apellidarse Caballé o Cruyff. Y que decir, si te llanas Kennedy o Goethe: entonces, ya es el peso -como una losa- de la Historia.
Por eso, no dejó de llamarnos la atención el último cotilleo -no parece que llegue a noticia-, del hijo del "Che". Sí: del "Che Guevara". Se ve, que el muchacho -aunque tocado como dios manda, con la gorra girada y bajada hacia atrás-, no está por cargar con ese peso de la Historia, ni del mito , ni de la madre que lo...Y liberado, como la revolución manda, ni corto , ni perezoso, se nos mete emprendedor. Oye, que una idea es una idea. ¿No se mofan los podridos capitalistas, de Miami y otros allendes, de lo pobre y cutre de la Isla, antaño perla del Caribe? Pues se van a enterar: Harley Davison, nada menos. Sí, alquiler de motos para turistas en Cuba, a tres o cuatro mil dolares de vellón la montada, en moto; eso sí, sin poner gasolina, ni mulat@ de compañía. Y las Harley nuevas, que conste. Sin más comentarios. Ustedes mismos.
El mito, es una fórmula, un nivel popular y antiguo de conocimiento, es "el código" en el que funcionaba nuestra mente, en el inicio de nuestra historia como especie primate. Entonces, no teníamos, no habíamos desarrollado, herramientas precisas para la explicación o el conocimiento: la naturaleza nos tenía literalmente acochinados. Ese mundo primordial, en ocasiones acogedor o amigable, por momentos podía volverse peligrosamente monstruoso, inexplicable. Y, entonces, aparece el mito, que no era más que una forma de intentar explicar lo inexplicable; pero espécimen curioso, el humano perseveró y perseveró, hasta que allá por los tiempos de Odiseo y su "padre" Homero, comenzamos a saber usar de la razón con un mínimo de método. Todavía entreverabamos lo uno con la otra, pero alcanzamos a llegar a los tiempos cartesianos (de Don René), a la modernidad. Y llegaron la Razón, las Luces, la Revolución científico-técnica y hasta la Teoría crítica.
Sin embargo nuestra naturaleza primordial -primate-, se negó a desaparecer del todo, de manera que conservamos la capacidad, las emociones, para encontrar bonitas historias que explicaran la realidad de esa manera mítica.
El Che, además de una realidad revolucionaria, es decir transformadora, de cuando yo era un guaje; también fue un mito, incluso, antes de que lo convirtiéramos, entre todos -la industria y consumismo incluidos-, en el mito revolucionario por excelencia
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