Medio hombre. Así le llamaban, a pesar de ser conscientes de su valor...o quizá por ello. A lo largo de las batallas fue perdiendo de casi todo: ojo, pierna, brazo. Sin embargo, desde su bautismo de fuego, aquí al lado, en Vélez Málaga, hasta su fin, ante un bacilo del trópico -cólera, seguramente- demostró un valor y un genio militar insuperables: derrotó*, no sólo, al almirante Vernon, sino a holandeses, berberiscos o de cualquier otro pabellón. Su osadía, inteligencia y, sobre todo, valor militar, no tienen parangón en la historia naval española. No tiene una columna como la de Trafalgar square, pero su mérito, sí era tan alto como el de Nelson. Puede decirse, incluso, que la correlación de fuerzas en la de Cartagena de Indias, era mucho más desfavorable que la del inglés en Cabo Trafalgar. Seis buques contra ciento ochenta y seis de los ingleses, una milicia de tres mil efectivos contra una tropa de casi treinta mil, y una diferencia de potencia de fuego de más de tres a uno Pero es bien sabido, que los casacones vendieron su mercancía, históricamente, mucho mejor que nosotros, En eso, nos ganaron siempre.
Hoy, los diarios dan cuenta de un resentimiento muy envenenado: el de ese nacionalismo que festeja con algarabía y toda clase de alharacas "sus cosas", y que se siente ofendido por el reconocimiento al primer marino español, por haber participado -sin especial relevancia, entonces- en una querella de tantas, entre españoles, y entre europeos. Que así eran las cosas: hubo catalanes, españoles y europeos en los dos bandos. El reconocimiento -estatua, también- de Colón, en el antepuerto de Barcelona, ése, ¿no les molesta? Después de todo, fue un marino de Castilla.
El rey Jorge II acuñó moneda conmemorativa que tuvo que ordenar retirar para vergüenza de Inglaterra. |
*Tras las primeras escaramuzas, Vernon, anunció precipitadamente a la corte británica una victoria que,... acabó en una derrota sonrojante. A tal extremo que Jorge II prohibiría toda mención. Sin embargo, no pudo eludir la consecuencia de la permanencia del poder español otros setenta años en centroamérica. Y de las bases, desde las que Gálvez, poco después, daría un apoyo tan impagable, como poco reconocido, a la independencia de las colonias inglesas de Norteamérica.
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