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06 noviembre, 2014



"EXCALIBUR", EL BLOG Y... LOS "OTROS"

Este "pobrecito escribidor", se aprovecha de una ligera gripe otoñal para reflexionar sobre el mes y medio escaso de andadura de este Blog. Y ya hay algunos resultados claros: hemos tenido visitas -siempre en el anonimato, obviamente. Esas son las reglas del juego a priori-, desde Venezuela hasta California, desde Sevilla o  Madrid, hasta Cudillero. Muchas de Cataluña, que parecen cesar; lo que sentiríamos. Así son las reglas del juego.
De la temática, los asiduos o no, dirán. El "Correo", no es muy frecuentado, esa es una prerrogativa de los nautas; sólo se nos ocurre que el Blog, quizá, sería más ameno si hubiera algo de correo o de buena discusión. Todas las opiniones, expresadas con respeto o corrección, tienen cabida; sólo quedan excluidas, naturalmente, la mala educación o los ataques "ad hominem". La opinión, es libre.
El "pobrecito escribidor", conoce -empiricamente-, pues los hechos son muy testarudos, que lo que más entretiene a los lectores son unas impresiones captadas, a la tardada, en Vidío, o la protesta por el destino del inocente "Excalibur". Y a mí, particularmente.
 Pero es absolutamente imposible, soslayar que estamos entrando -nosotros, este país- en horas muy críticas. Y no es dramatizar; dos viejas amenazas vuelven a la palestra, al viejo ruedo ibérico: "la Taifa", que no nos deja desde el medievo, que no ceja de alimentar ese ánimo disgregador, que históricamente nos ha debilitado y empobrecido, alejándonos de nuestros pares: Francia y Gran Bretaña, que comenzaron con nosotros, y en similares circunstancias "la carrera" de las naciones-estado modernas, hace medio milenio. La Unión Europea es un proceso de integración no conmutativo, y hay una sola suma, no hay restas. Cataluña, no es un sumando de quita y pon.
Y la otra, "la cainita", quizá todavía más dañina, la de media España que no tolera a la otra media. La ambición  ciega y antigua de poder, la que quiere excluir a los otros, la que no les reconoce, "porque no la representan". Sí, esa que retrata tan bien el mural de Goya, que colgábamos aquí el otro día; y que expresaba la incapacidad  de convivir, de reconocer al otro, a los otros; de admitir los logros ajenos; que si no del todo, alguna razón llevaba Alfonso Guerra: "ya la reconoce mal, la madre que la parió". La que desprecia y se llevaría por delante todo lo que hemos trabajado desde la transición. La de los sueños  que producen monstruos y revoluciones permanentes. Pero este país, no esta en el Caribe, -por suerte- está en Europa. La del mito del toro. Más nos vale.

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