Se llenan la boca de grandes palabras: democracia, libertad, justicia. Sí, sí y ya, ya. Siempre me haré la misma pregunta: ¿se lo creerán ellos?*
Hace tantos años como yo tengo, H. Arendt, en una dedicatoria a K. Jaspers, entre otras lindezas, le requebraba: "hay que vivir y pensar en libertad". Quería decir que, no encapsulados o confortablemente aislados, no dejándonos determinar por la necesidad -en sentido filosófico: la causa determina el efecto-; rehusando complacer a los fantasmas, las apariencias, que nos inducen a representar un papel, en lugar de intentar ser. Lo que perseguía era la idea del hombre, desnuda, sin adornos, despojada de todos los aditamentos que le hemos ido añadiendo desde el neolítico, a través de los distintos ciclos culturales, de las creencias, de las ideologías, o de miedos y engaños varios. Idea, tan alejada de la tolerancia como de la crítica, del escepticismo como del fanatismo. Pero ese término medio, esa virtud, se revela extraordinariamente difícil desde la edad de los mitos, que inaugura Odiseo en la búsqueda de su Itaca; según Adorno: de la primera confortabilidad burguesa. Parece, que de entonces nos viene la tendencia a engañarnos.
Pero Arendt, perseguida por los nazis, lo que perseguía, a su vez, era la idea de la condición humana: el rescate de la libertad individual, y el rechazo del adoctrinamiento y de cualquier forma de totalitarismo.
Nuestra especie forma parte, tiene origen, en el reino animal; y aunque aquí, ahora, no vamos a entrar si el "diseño inteligente" tiene alguna posibilidad ante la "evolución", lo cierto es, que el más elemental conocimiento de la Historia deja ver la andadura desde los cazadores recolectores, hasta el aterrizaje en la Luna. Hace 15000 años, casi no nos diferenciábamos de los otros primates superiores, éramos sólo biología. Después de todo, chimpances, bonobos u orangutanes, también aprenden a usar herramientas, tienen emociones similares a las nuestras, lloran o son capaces de manejarse ante algún centenar de palabras-concepto. No eramos mucho más, entonces. Y ahí radica el problema, porque ese es el origen de nuestra condición que, por eso, es tan falible, tan alterable o, habría que decir, tan poco de fiar. Por ello, la tremenda porfía de Arendt. Ella, miró a la cara a un totalitarismo bestial y demencial,** que era, desde el adoctrinamiento -de la moderna propaganda de Goebells- la negación absoluta de la libertad individual. Ese era un viaje desde la condición humana a la condición inhumana, animal. Sintió verdadero temor por lo que aquella "chusma" de desclasados era capaz de llevar a cabo. ella los veía como inhumanos.
Hitler, Stalin y...fueron muy excesivos, pero la relación entre mentira y totalitarismo ahí queda. Es ...un verdadero "viaje al fin de la noche". Por ello, cuando de nuevo vemos esa alianza entre el ansia de poder y la facilidad de manipulación del discurso, del mensaje político, volvemos a recordar a Hannah. Aunque -es fuerza decirlo- los de ahora, sean como una parodia, una broma, al lado de aquellos. Todavía.
"Vivimos -dice Jaspers- como si estuviésemos llamando a puertas aún cerradas..."
* "Ellos": Los que dan discurso de propaganda en Cataluña, en Venezuela, y hasta en Cudillero; tanto da
** Literalmente: Afirmación de lo animalesco y negación de la mente.
Hitler, Stalin y...fueron muy excesivos, pero la relación entre mentira y totalitarismo ahí queda. Es ...un verdadero "viaje al fin de la noche". Por ello, cuando de nuevo vemos esa alianza entre el ansia de poder y la facilidad de manipulación del discurso, del mensaje político, volvemos a recordar a Hannah. Aunque -es fuerza decirlo- los de ahora, sean como una parodia, una broma, al lado de aquellos. Todavía.
"Vivimos -dice Jaspers- como si estuviésemos llamando a puertas aún cerradas..."
* "Ellos": Los que dan discurso de propaganda en Cataluña, en Venezuela, y hasta en Cudillero; tanto da
** Literalmente: Afirmación de lo animalesco y negación de la mente.
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