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17 noviembre, 2014



EL MITO DE CAÍN

La mirada lúcida de Javier Cercas nos descubre respuestas que no conviene ignorar: "mi generación ha decidido que la culpa de todo lo  malo, la tiene la generación que hizo la transición. Todo, quiere decir todo: de la crisis económica, de la baja calidad de la democracia..." añadiríamos que, del paro, del ébola y hasta de la muerte de Kennedy.
La conclusión -por el cainismo- de ese razonamiento es muy clara: nos llevamos por delante la constitución del 78, y a cambio traeremos la felicidad universal perpetua, que es lo que debe de querer decir: "asaltar el reino de los cielos".
Esas respuestas del "gran iluminado" no merecen más atención, una vez respondidas con toda la ironía por J. Cercas; que les da carpetazo de manera muy certera: "la chapuza de la generación de la transición estableció el período democrático...". Pero ocurre -en la realidad, la real; no la de los sueños tropicales- que ese período nos deja: mejora de la economía, sanidad, pensiones, educación, enseñanza, infraestructuras, entrada en la UE, etc., Y es el más largo y más estable de toda la historia de España.
Pero hay más: en el último siglo hubo que dejar atrás cuatro guerras civiles, volver a los militares a los cuarteles, quitarle poder  -más o menos- al nacional catolicismo, liquidar al terrorismo; aunque, por infortunio, todavía no hemos podido con el secesionismo. Y lo peor, nos sigue acompañando 500 años después, esa especie maligna, ese espíritu cainita, de la discordia, que nos ha diferenciado tan ostensiblemente  de nuestros pares de entonces: Francia e Inglaterra.
Durante todo ese tiempo, a cada período de estabilidad o de avance, le sigue indefectiblemente la vuelta del cainismo, Como una maldición ¿Cómo podríamos olvidarlo?
Así, que digan lo que digan, estos nuevos caines, la Constitución del 78, o el "Régimen", como gustan decir, no son el problema; es justo lo contrario: son la estabilidad; para no darnos un tiro en el pie. Una vez más.
"La impostura", de la que recién nos cuenta Javier Cercas, no alcanza a ocultar que no son más que el eterno retorno de ese cainismo español atávico. Su mala condición humana.

Ese "Régimen" y su Constitución, con todos sus defectos, establecieron la democracia deliberativa -aún imperfecta y poco caribeña-; nos alejaron, por tanto, del totalitarismo; y trajeron definitivamente la libertad. No la trajeron los Reyes magos.
Claro que son perfectibles, pero no será con el manual de los caines. Que, por cierto, ya debían de presentárselo al personal, sin esperar a vísperas electorales.
Lo será, definitivamente, por el procedimiento de mantener lo mucho que hemos construido, e ir reformando, cambiando, todo lo que se pueda: "En una metamorfosis", como diría Edgar Morín.







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