La sensación de estar enamorado, o enfadado, la religión; todo se traduce en moléculas, en algo físico-químico, que hay en el cerebro. Ahí, está el alma.
Los neurocientíficos -un oficio nuevo, que reúne los distintos saberes y técnicas, sobre el "perolo"-, dicen haber hallado diferencia física (hardware), y el correspondiente funcionamiento diferente, entre el cerebro de un liberal y el de un conservador: En un grupo de contraste, sometido a determinado neuroestímulo repetido (electromagnético), la respuesta al cambio de estímulo es diferente para personas con tendencia previa, liberal o conservadora. Esa condición, por tanto, sería algo innato, no adquirido.
Para los neurocientíficos está clarísimo: "cerebros distintos, piensan distinto ante el mismo estímulo".
Es un invento preocupante; hace años, casi una década, que los diarios hablan de "neuromárquetin":
Los investigadores sociales miden el grado de respuesta al "trabajo " en "laboratorios" de márquetin, para aplicarlo a la "comunicación comercial". ¿Ta'claro, no?
¿Y en la política? Pues también, veamos: el pensamiento menos rígido equivaldría a la ideología más liberal y viceversa; la menor rigidez -mente liberal- está relacionada con más áreas implicadas en la actividad neural; con más flexibilidad para enfrentarse a los conflictos.
Sin embargo, es precisa una reserva importante: no hay una relación cerrada, segura, entre el "perfil" neurológico de un cerebro y la tendencia a un comportamiento; también tiene algo, en cierto modo, circunstancial. Volveríamos a la pregunta clásica ¿Qué cuenta más, la herencia o el ambiente?
La orientación política, pues, no se hereda, exactamente; aunque sería una investigación con combinaciones de verdadero interés.
Además, se da una especie de "biopolaridad" social, no es una separación lineal; hay individuos de tendencia conservadora, que ante determinados valores o creencias, no lo son, y viceversa: ante la religión, o ante la homosexualidad, por ejemplo.
Por otra parte, ya esta muy divulgado el hecho de la plástica cerebral, su versatilidad o su capacidad de readaptación. Es bien conocida la respuesta a un "cotocircuito" neural, por enfermedad o por accidente, e incluso por un déficit de nacimiento; en la que el cerebro se reorganiza: determinadas neuronas aprenden un oficio nuevo, diferente al que estaban destinadas, sustituyendo a las averiadas o desaparecidas. Así mismo, se da la pérdida de esa plasticidad con el envejecimiento, relacionada sin duda con mayor resistencia a las novedades. O sea, más conservadores.
De todas maneras, la neurociencia, es una herramienta mucho más sutil -precisa y versátil- que los enchufes de la "Conchita" de la Tele, traídos por el desaparecido periodista, Julián Lago. Puede detectar la mentira con una certidumbre altísima, o detectar impulsos -respuestas- de potenciales terroristas. Y puede, incluso, escanear el hecho místico: Antonio Damasio, y otros, han explicado con plena lógica, una serie de emociones y sentimientos que desencadenan un estado inefable de "creencia", donde el creyente encuentra, siente, la convicción de "Dios". No es un diagrama emocional diferente a otros, es una interpretación personal o colectiva, que...
Parece, una herramienta para un futuro "mundo feliz", que habría hecho las delicias de Aldous Huxley, pero que habría horrorizado a la Hannah. Arendt de la "democracia deliberativa", y al Isaiah Berlin de la "libertad negativa". A ambos, les horrorizaba el "adoctrinamiento", es decir , la manipulación.
Ahora la pregunta sería ¿Qué opina nuestra gran esperanza blanca? ¿Le parecería un caramelo tan apetecible como una emisora particular de TV? ¿Qué habrían hecho Fidel, Chaves o Stalin en ese mundo feliz? ¿y Hitler? ¡Ah!
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