...era un verbo de connotaciones positivas, que además en aquellos tiempos, no se confundía con votar con "v", entelequia desconocida: botar, era una tarea, que traía una cierta esperanza para el día que aún no había amanecido.
Fue, una vieja hoja -facsímil- de periódico, casi cincuenta años más tarde, la que me tornó a la memoria aquel lejano verbo. Era de Juan de Lillo, que con imágenes de Vélez, hacía sus primeras armas, sacando a Cudillero en los papeles.
Aquella hoja sepia, seguramente sin saberlo, marcaba el momento del "canto del cisne" de nuestro pueblo singular. Traía imágenes de un tipismo, del que nosotros, no podíamos ni imaginar la fuerza de atracción que ejercería sobre "aquello", que todavía no conocíamos bien -le inventaron un ministerio-, y empezó a pararse "espavorao",...