Hasta hoy, no sabíamos quién era -quién es- Joaquím Brugué. Pues es un "catalanista", catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona, y por más señas, miembro "designado" de la Comisión de Control del 9-N, Ente, que no se sabe muy bien con qué garantías, trata de desempeñarse como Junta electoral de la votación que trata de llevarse a cabo en Cataluña. Uffff, ya está dicho.
El muchacho, perdón, el Catedrático, comenzaba a considerar que la mentada votación "no ofrece las condiciones democráticas". Y entonces, fue un sin dios, en Twitter. El muchacho, digo, el Catedrático: "...ahora sé lo qué es un linchamiento", "...acepto las críticas, pero deploro que algunos periodistas hagan afirmaciones sin contrastar", "...quería contribuir a la consulta pero no a cualquier precio", y en resumen, "...una consulta que, a mi parecer, no ofrece garantías democráticas".
"Ta to´l pescao vendío". ¿Se le entiende, no?
Hemos dejado, a parte, una frase más, pero que es la clave: "una sociedad cruza una frontera cuando considera que el fin justifica los medios". Claro, justo ayer, "el pobrecito escribidor", contaba el cuento de los gatos, blancos o negros, pero que cazasen: Era el espíritu práctico, finalista, resultadista -dicen algunos futboleros, incluso-. Todos sabemos lo que es, de qué se trata. Pero también sabemos que depende... ¿de qué? De la cuenta de perdidas y ganancias. Boyer y González, decíamos ayer, no hicieron excesivos ascos a los medios que tuvieron que usar, no había otra. La disyuntiva era modernizar un País, empecinadamente atrasado -aun a costa de perjudicar a unos pocos, que ya se habían forrado y disfrutado de todas las ventajas, hasta la demasía (aunque ese grado sea opinable).
Pero en ese sin dios, en el que se ve atrapado nuestro -ahora sí- ejemplar Catedrático, las cosas no pintan de igual manera. Hay muy poca gente con sentido común, que abrigue alguna duda respecto a que ambas partes (España/Cataluña: Para despistados, a estas alturas) saldrían perjudicadas en el "proceso". No se sabe, si en la misma medida, pero perjudicadas. Y bastante. Así que no vale todo, los medios, aquí, importan y bastante. El fantasma de la rauxa, parece campar a sus anchas por casi toda Cataluña, pero nos hace falta el seny, más que nunca, igual que en 1648, en 1808 o en 1936. Ni más, ni menos, a unos y a otros.
Y como todo cuento moral -aun sin aspirar a la eterna paz Kantiana, entre catalanes y castellano hablantes, que no castellanos a secas-, dejemos a los ratones cazar, pero no les engañemos, no vale todo. Depende de cómo.
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