Decía Jeremy Rifkin, que ya se insinúa en el horizonte la sociedad de "prosumidores". formada por un Internet de las Cosas (IdC), donde las comunicaciones, la energía y la logística, aumentarían sostenidamente, la eficiencia y la productividad de una sociedad colaborativa. En realidad ya está aquí, sólo que Rifkin, con algún optimismo antropológico, entiende que hacia mediados de siglo ya estaríamos en ese horizonte, en la sociedad del "procomún colaborativo", con la posibilidad de reducir las diferencias en ingresos, además de la democratización de la economía mundial, que sería más sostenible desde el punto de vista ecológico.
Se insinúa, pero ir más allá, y a pesar del respeto por la obra y la valía de Rifkin, hoy por hoy, sería confundir los deseos con la realidad. Ciertamente, son cada vez más, los que se empeñan en sacar sinergias entre el modelo capitalista y el procomún colaborativo; sistemas que no siempre compiten por exclusión. Aunque sin quererse mucho.
Pero es demasiado pronto y demasiado optimismo, para vender ya la piel el oso. Los setecientos billones de Piketty* dan sobrado poder al capitalismo, para que se resigne a la posición relativamente marginal en sectores importantes de la economía. Aunque setecientos billones no duren eternamente, tienen un formidable aliado en origen: nada menos que la condición humana.
Y aunque Rifkin acepte que la mayoría de la gente está ya condicionada para creer en el capitalismo como algo indispensable y sobrevenido; sin embargo, rechaza el que los filósofos y economistas hayan aceptado que los supuestos del capitalismo reflejen las leyes que rigen la naturaleza.
Eppur si muove**. O sea, que el éxito del capitalismo no es algo sobrevenido; "SI" es consecuencia de nuestra naturaleza. Es directamente consecuente de "la Condición humana", de una ambición codiciosa, y muy probablemente, esté en la historia de nuestros genes de primate, en la evolución de presa a depredador. Que no sólo de la mano invisible, vive el hombre.
* El saldo acumulado en cuenta, de la Internacional capitalista, que arroja el estudio de Thomas Piketty.
** Galileo Galilei: pero la tierra se mueve; me hagan decir, lo que me hagan decir.
*** Los depredadores naturales no suelen acumular presas que no necesiten, sencillamente toman de la naturaleza lo necesario. Conservando, generalmente, el equilibrio. (Cromagnon y Neanderthal, huían de imponentes depredadores, mientras se buscaban las habichuelas, lo cual debe de imprimir mucho carácter.
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