…siempre
ocurrió, después de un tiempo -que transcurrido, recordaremos como corto- entonces vuelve a escasear el trabajo,
la economía se vuelve incomprensible, mucho más para algunos; aumenta la
sensación de desorden social, de peligro difuso, pero real: tu empleo, tu negocio,
tu pensión, pueden estar en peligro, nunca se sabe; incluso tu salud: las vacas
locas, la gripe aviar o cualquier pandemia, como esta última. Si el évola
estaba en su reservorio, que se le ha perdido por nuestros lares. Con lo casi
tranquilos que estábamos. Y si la economía ya iba a crecer, por qué no dejarán
de … en Ucrania, en el califato de oriente medio o en el extremo. Pero si la
economía es como las plantas, sólo regarla un poco y ya está. Pues no. En un
mundo superpoblado y supercomunicado, la competencia por los recursos –tierra,
agua y al final hasta el aire, o quién puede contaminarlo más o menos- se
vuelve más crítica. Mal que bien, logramos evitar la “gran guerra mundial”; nos
disuade la certeza de que seguramente sería la última. Pero nos desangramos, en
un rosario interminable de conflictos de baja intensidad, por todo el planeta.
Pero,
¿tenemos noticia de por qué puede estar sucediendo tal desbarajuste?
Pues...alguna. Sí. Somos una especie más del reino animal –que evolucionó en
seis millones de años, desde los primates. En África-. Desarrollamos una mente
racional, no vinimos con ella puesta de fábrica, pero continúa acompañándonos el instinto animal: la sed, el
hambre, el sueño, el imperativo de perpetuarnos y el miedo de no sobrevivir en
el intento, con la violencia que todo ello conlleva, y que está en la
base de nuestra condición. Es lo que somos.
Después
de unas diez mil generaciones (Sí, 200.000 años), ahora, tratamos de acabar de
alcanzar la condición humana. A pesar de nuestro origen, hemos desarrollado la
civilización, la cultura; que ponen en nuestras manos un poder que puede llegar
a ser devastador, tanto, como para amenazar nuestra propia sobrevivencia, y una
buena parte de la vida que nos acompaña.
Así,
que estamos en el punto crítico: nuestra condición humana, ha de poner coto, ha
de controlar, el instinto depredador, el instinto animal de dominación, el
miedo a los otros. Hemos de detener la locura, de que todo es “mercancía” -todo
se compra y se vende, “todo está disponible”- y el mal uso del poder de la “revolución científico”
técnica, que está destruyendo la biosfera.
Esa
es nuestra realidad, somos una especie disociada. Y si en esa esquizofrenia, la
condición humana no embrida a nuestra naturaleza “original”…el último que
apague la luz...
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