...un día cualquiera, allá por el "final del verano", título -por cierto- de la cancioncilla , que no sólo nos recordaba lo evidente, con el término de aquellos amores, que se iban con las primeras nubes; sino lo peor: la vuelta cole. Creo que eran los primeros sesenta, y ni habíamos ido aún a la "Uni"-que dicen ahora-, ni -en París- la primavera y la esperanza de mi generación, se habían nublado de adoquines y algaradas. Aquel efímero amor juvenil, que berreaba el Dúo Dinámico, eran las primeras primaveras de un país, después de un triste, gris y largo invierno -que duró demasiados años-, al son de la Piquer, Machín o Antonio Molina. Un día cualquiera, decía, comenzó su palique el "pobrecito escribidor". En realidad, él, es un heterónimo del "piratadelacancion"...cuentan, que "es su dios, su Libertad". Estas crónicas, no creáis que me las hace llegar en pliegos de cordel; ya, ya me gustaría encontrármelos en el buzón, como Don Cámilo. Lo que ocurre, que los buzones en este tiempo son electrónicos, inmateriales, o virtuales !Qué sé yo! Que pierden todo el misterio y toda la poética, vamos. No voy a decir la poiesis, que luego el personal es muy mal pensado, y se toma las hojas por el rábano
Pues, el pirata, decía, es un enamorado de la libertad, por eso, en el primer emilio que nos dejó, usó de personajes tan eméritos como el Berlin y la Arendt, que vienen a ser como las autoridades mayores de la cosa. Tienen más colegas de mérito, pero ellos, sin duda, como dice el gilipoy...de medianoche, en la tele, son "top".
Dejábamos -siempre chivateado por el Cide Hamete del Blog- "aquel día cualquiera", un breve esbozo de las ideas de Berlin sobre la libertad positiva y la negativa. Ahora, nos va pasando emilios, que consecuentemente, iremos descargando en el Blog.
Insisite mucho, que la libertad negativa trata de la esfera de las acciones, en la medida que ningún hombre o grupo de hombres, puedan interferir en mi actividad política; el espacio en el que soy libre en la medida que otros no puedan impedirme lo que yo podría (potencial) hacer-. Mi ámbito de decisión está fuera de su alcance; y en la medida que realice actividades privadas, no debo de ser interferido en modo alguno. Es la frontera de mi vida privada.
Ese ámbito de decisión, de la vida privada, llega hasta donde comienza la vida pública. La dificultad está en que ninguna actividad privada obstaculice, en algún sentido, la vida de los demás.
Berlin, en conclusión, acepta que tenemos que ceder algo de nuestra libertad, para preservar el resto y el equilibrio, entre la esfera pública y la privada. Si esa cesión fuera completa , entonces, estaríamos en el régimen totalitario, que definía Hanna Arendt.
Como teníamos por conveniente que la filosofía política, en pequeños tragos...hoy, ya no nos quedan más emilios.
Pero, es fuerza recordar que en otoños como este, ademas de las setas, también prosperan los "iluminatti"; allá ellos, pero nosotros no debemos de olvidar lo rápido que puede ser el tránsito del "espacio en que soy libre" al "totalitarismo". En países como Venezuela, aún podría tener retorno; en Cuba con muchas dificultades. En...mejor no hablamos. Es lo que pasa con los "iluminatti". Por eso, otro día hablaremos de la libertad positiva, que es el mejor antídoto contra los citados "iluminatti" o "mesías" modernos. No. No lo digo por "alguno", es lo que traen lo dichosos emilios.
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